J. V. BOO

ROMA. Benedicto XVI pidió ayer mayor esfuerzo en la integración de inmigrantes en los países ricos europeos al señalar que «la multiplicación en un mismo suelo de comunidades diferentes por su cultura de origen o su religión hace absolutamente necesario en nuestras sociedades el diálogo entre las culturas y las religiones».

En su saludo al nuevo embajador de Bélgica ante la Santa Sede, el Papa invitó a «profundizar en el conocimiento mutuo, respetando las convicciones religiosas de cada uno y las legítimas exigencias de la vida social, según las leyes en vigor», y evitando «el riesgo del repliegue sobre sí mismo, del nacionalismo exacerbado y de la xenofobia».

El Santo Padre suele aprovechar los discursos a los nuevos embajadores para abordar problemas generales o dirigirse a áreas más amplias, y sus palabras de ayer eran una invitación general a los Estados ricos a «poner en práctica una política de inmigración que concilie los intereses del país de acogida y el necesario desarrollo de los países pobres».