Una oleada de autobuses en llamas pone en guardia a Francia
Villepin promete medidas ejemplares contra la guerrilla urbana en el primer aniversario de la crisis de las periferias
El Mundo, 27-10-2006RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-Villepin promete medidas ejemplares contra la guerrilla urbana en el primer aniversario de la crisis de las periferias Los guerrilleros urbanos han cambiado de género pero no de hábitos. Antes prendían fuego a los coches de la barriada – 10.000 en sólo un mes durante los disturbios de 2005 – , mientras que ahora proliferan los casos de autobuses en llamas con métodos violentos.
Que se lo digan al conductor de la línea Bagnolet – Montreuil (periferia norte de París), constreñido a bajarse de la cabina con una pistola en la sien mientras varias decenas de vándalos incendiaban el vehículo. La policía aseguraba que al menos cinco de ellos portaban armas de fuego y que zarandearon a los pasajeros. No hubo heridos, pero el asalto al autobús tuvo un efecto contagioso en otras zonas suburbanas.
El jefe de policía del distrito de Seine Saint Denis, David Skuli, advirtió ayer del resurgimiento de «incidentes limitados», y del riesgo de que estos se multipliquen por «un fenómeno de mimetismo».
La oleada tiene un aspecto conmemorativo, puesto que hoy se cumple un año del inicio de la guerrilla urbana. Sucedió en Clichy – sous – Bois (norte de París) a raíz del entierro de dos adolescentes que murieron electrocutados accidentalmente mientras escapaban de la policía.
El aniversario también ha condicionado la agenda del primer ministro, Dominique de Villepin, protagonista de una rueda de prensa con ademanes intimidatorios: «Vamos a establecer medidas y castigos ejemplares a quienes hayan cometido estos actos. Las detenciones serán inmediatas. No puede haber espacios sin ley en el mapa de Francia».
Puede tener razón, pero el Ministerio del Interior se previene a capear un rebrote de violencia. No sólo por los incendios de la madrugada del jueves. También porque un informe policial que divulgó Le Figaro advertía de que el rebrote de la violencia podía estar planificado desde hace tiempo.
Sería la confirmación a gran escala de un goteo que no ha dejado de salpicar en los últimos meses la actualidad de las periferias. Lo demuestra el incremento de los ataques a la policía, y lo revalidan las estadísticas de 21.013 coches quemados en el primer semestre de 2006.
Dominique de Villepin promete mano dura. Ayer admitió que hay dificultades y desafíos en los barrios difíciles, pero también dijo a su favor que la crisis del pasado año ha tenido la respuesta de un plan gubernamental en el contexto del empleo y de la revitalización urbanística.
La ola de violencia en los suburbios de muchas de las ciudades francesas ha llamado la atención de las autoridades sobre los graves problemas de insersión de los jóvenes franceses de origen extranjero, víctimas de la discriminación y de una elevadísima tasa de desempleo, que en algunas zonas desfavorecidas alcanza el 40%.
Los incidentes de la madrugada del jueves ha roto la cautela que había mostrado últimamente Nicolas Sarkozy. Y es que el ministro de Interior prometió ayer escoltar con una pareja de policías los autobuses que circulan en las zonas más calientes de la periferia francesa.
La decisión la adoptó después de haberse reunido con los representantes del sector de transportes: «Haremos todo lo posible para que el servicio público no sea interrumpido en ningún lugar en el territorio de la República» sentenció Sarkozy.
Coincidiendo con el aniversario de los sucesos que pusieron en jaque al Gobierno, la policía francesa ha recibido la consigna de «extremar la vigilancia, aunque sin exceso de celo» en los barrios sensibles, informa France Presse.
Tras los incidentes de ayer, la aspirante a candidata del Partido Socialista, Ségolène Royal, aseguró que las cosas cambiarán en los barrios conflictivos «si la República cumple su promesa igualitaria» y reconoce como legítimos a todos sus hijos, dejando de hablar de inmigrantes de primera, segunda o tercera generación. Para la favorita de los sondeos, es preciso hacer que los franceses admitan que «una Francia mestiza es una suerte».
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