Temor en Francia a un nuevo estallido de violencia en la periferia de las ciudades

ABC, 24-10-2006

JUAN PEDRO QUIÑONERO

CORRESPONSAL

PARÍS. «Les recordamos que la Policía puede intervenir en cualquier momento. No se alarmen. En caso de intervención, les pedimos su colaboración ciudadana..». Entre las 12.30 y las 14.30 de ayer, una amable azafata repetía ese mensaje con voz átona a los pasajeros que iban y venían en la estación de metro de La Courneuve, en la periferia norte de París, a veinte minutos de la catedral de Notre Dame.

El viajero que descendía ayer por la mañana en La Courneuve para vagabundear por una ciudad dormitorio parcialmente construida, en los años 60 del siglo pasado, con el fin de dar cobijo a decenas de millares norteafricanos – acogidos con los brazos abiertos por aquellos años – , descubría un paisaje modesto, avejentado, no muy sucio, pero con inquietantes estigmas.

A cincuenta metros del centro de asistencia social «Salvador Allende», las pintadas son muy expresivas: «Sarkozy, te vamos a follar». «Sarko, tu muerte». Aquí y allá las pintadas se repiten de manera escatológica: «Follar polis». La barriada de los 4.000, la barriada «Balzac», están muy tranquilas. Madres negras y musulmanas hacen tertulia ante la asistencia social. Bandas de niños y adolescentes sin escolarizar juegan con bates de béisbol. Dos o tres bares están cerrados: con huellas de incendios y ventanas apedreadas. La capilla Emmanuelle está cerrada a cal y canto, con ventanas forzadas y los hierbajos creciendo. En la puerta de una guardería municipal un «¡Muerte a los polis!» invita a una señorita a encerrarse con llave, tras la puerta metálica. El único bar donde es posible tomar un café está vacío y el propietario sueña con huir: «¡Ni se le ocurra hacer una foto! ¡Nos apedrearían! Me quedo porque no tengo donde ir. Y nadie me compraría el traspaso. Toda una vida perdida para esto. A las cinco de la tarde, cierro. Las bandas son temibles».

Un informe oficial de los servicios de seguridad, filtrado a «Le Figaro», resume la situación de manera simple y brutal: «En las afueras de París se dan todas las condiciones para un nuevo estallido de violencia». Con mucha discreción, unidades especiales se encuentran en alerta, a la tensa espera del lúgubre aniversario del 26/27, cuando se cumplirá un año del estallido de las violencias suburbanas del año pasado, las más graves desde la guerra de Argelia.

Los informes policiales y la realidad palpable, con sólo tomar el metro, a 15 o 20 minutos del corazón histórico de París, coinciden en lo esencial: ha aumentado en varios grados la tensión latente, en La Courneuve, en Aubervilliers, en toda la «gran corona» parisina. Hace un año, proliferaron las pintadas de este tipo: «Rap, pasta y sexo», «Menos iglesias, menos escuelas y más prostíbulos». Desde hace semanas, las pintadas y los mensajes que circulan, vía sms o blogs, son mucho más brutales. En un blog, una pistola de fabricación israelí está acompañada con esta frase: «Con esto follamos polis».

Buena equipación urbana

Cualquiera que haga en metro el mismo viaje, a cualquiera de los barrios en crisis, que son muchos, hará siempre una misma constatación física: se trata de barriadas humildes, de construcción reciente, pero bien equipadas con escuelas, centros deportivos, culturales y religiosos, donde no viven emigrantes recién llegados. La crisis de fondo en los suburbios franceses es una crisis entre franceses negros o musulmanes, hijos o nietos de inmigrantes, en lamentable cohabitación urbana con blancos, obreros que antes votaban comunista y ahora votan extrema derecha. La delincuencia común, el tráfico de drogas, la guerra entre bandas rivales, dan un cierto «color local» sencillamente inquietante.

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