ELECCIONES EN EEUU / LAS CLAVES
La irrupción de los 'oreos'
El Mundo, 24-10-2006P. P. Especial para EL MUNDO
Por primera vez los afroamericanos juegan un papel importante en la vida política y estarán más presentes que nunca en los comicios, aunque se les acuse de ‘actuar como blancos’ Un oreo es una galletita redonda y negra con una banda blanca en medio. También es, para los afroamericanos militantes estadounidenses – los seguidores de Malcolm X, de Louis Farrakhan y de los Panteras Negras y otras sectas y grupos – , un negro que actúa como un blanco. Es decir: negro por fuera y blanco por dentro.
El mejor ejemplo de oreo es el senador Barak Obama, que el domingo anunció que no descarta presentarse a las presidenciales de 2008. También son oreos los dos afroamericanos que compiten por un puesto de gobernador y los cuatro que tratan de alcanzar un escaño en el Senado. Es, con diferencia, la mayor presencia negra en unas elecciones en la Historia de Estados Unidos.
Los afroamericanos parecen haberse dado cuenta de que, si quieren ganar influencia política, tienen que cortejar a las clases medias blancas, que son las que votan, y a la naciente clase media negra, que más o menos sigue la ideología de Bill Cosby, el cómico afroamericano que, refiriéndose a sus compañeros de raza de los guetos, dijo: «Se ponen en la esquina y no son capaces de hablar inglés. Ni siquiera yo puedo hablar como esa gente. Todo el mundo sabe que es importante hablar inglés menos esos tarugos. ¡No puedes llegar a ser médico con esa mierda saliéndote de la boca».
‘Ebonics’
El inglés que habla Obama es impecable. Como el de Colin Powell o el de Condoleezza Rice. No tiene nada que ver con la jerga de muchos afroamericanos – la mierda a la que se refería Cosby – el llamado ebonics, que imposibilita a sus hablantes para comunicarse con el resto de sus compatriotas. El único político afroamericano de la vieja escuela – «con imagen de barrio», como lo denominó el Christian Science Monitor – que ha jugado un cierto papel en esta campaña ha sido el demócrata Kwesi Mfume, de Maryland. Un político reivindicativo que ha usado la carta racial, algo que ya se refleja en su nombre, elegido por él debido a sus claras reminiscencias africanas, puesto que en su partida de nacimiento aparece un anglosajón Fizzell Gray.
Pero Mfume fue derrotado en las primarias por Ben Cardin, otro negro que no tuvo necesidad de africanizar su nombre. Ahora, Cardin se enfrenta a otro afroamericano, el republicano Michael Steel, en una de las carreras electorales más reñidas de estas elecciones. Dado el estrecho margen de error que tienen demócratas y republicanos para decidir el control del Senado, Maryland puede ser el estado que decida quién va a controlar esa Cámara. Así que dos candidatos negros pueden marcar el futuro político de EEUU.
Que el escaño en liza de Maryland vaya a parar a un afroamericano tiene un cierto tono histórico. Porque en toda la Historia de EEUU sólo ha habido dos senadores de esa raza. Así que, el 7 de noviembre, se decidirá el tercero. O tal vez incluso el cuarto. El demócrata Harold Ford tiene algunas posibilidades de convertirse en senador por Tennessee, un estado del Sur, algo sin precedentes en la Historia de EEUU.
El caso Douglas Wilder
Estos candidatos son lo que un habitante de un gueto calificaría de oreos puros. Todos siguen la estela de L. Douglas Wilder, que en 1990 fue el primer negro elegido gobernador. Y, en su caso, de Virginia, un estado racista, del Sur, que fue la capital de la Confederación durante la Guerra de Secesión y que sólo legalizó los matrimonios interraciales en 1967 por orden del Tribunal Supremo. Wilder lo logró gracias a su agenda conservadora, que le llevó a defender la pena de muerte.
De hecho, un creciente número de políticos negros son republicanos y muy conservadores. Ése es el caso de Blackwell. O de Alan Keyes, un intelectual tan de derechas que a su lado George Bush y Dick Cheney parecen líderes de una comuna hippie. O de Lynn Swann, un ex jugador de fútbol que afronta unas elecciones imposibles contra el gobernador demócrata de Pennsylvania, Ed Rendell.
«La comunidad negra está dividida. Por un lado está la clase media. Por otro lado, los del gueto. Y los afroamericanos tienden a ser muy conservadores desde el punto de vista social», ha declarado a este periódico el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Cincinnati, Michael Margolis, cuya mujer, precisamente, realiza labores sociales en el barrio de Over – the – Rhine en esa ciudad, un pavoroso gueto negro en el mismo centro de la ciudad. En cualquier caso, los afroamericanos, por primera vez en la Historia de EEUU, están jugando un papel en la política del país. Aunque sea disfrazados de oreos.
(Puede haber caducado)