El sueldo bajo de los inmigrantes
Deia, 23-10-2006Oscar Subijana
DICE UN informe de La Caixa que los sueldos de los inmigrantes apenas tienen incidencia en los de los que no han emigrado; vamos, de los que viven aquí de toda la vida. No me lo creo. No hace falta que la caja catalana presente los estudios sobre dicha incidencia. Sólo es necesario salir a la calle. Palpar el sentir general de las personas que ven en el día 30 de cada mes algo parecido al Kilimanjaro. Un amigo, dueño de una cafetería en el centro de Bilbao, me lo dice alto y claro todos los días: «He contratado a un ecuatoriano. No puedo permitirme el lujo de tener en plantilla a un camarero local porque me pide Seguridad Social y un sueldo digno. Me arruinaría». Esta es la realidad. La hostelería, junto con la construcción, se han convertido en referentes de contratación de emigrantes. Y sí que marcan la tendencia de los sueldos. Si un empresario quiere ahorrar en la contratación se hace con los servicios de un rumano. Le forma y hasta prescinde de los niveles de calidad deseados. La flexibilidad contractual se lo permite. Si la experiencia es negativa, acude nuevamente al mercado laboral y contrata a otro. Pero le vuelve a pagar salarios por debajo de la media de esos sueldos que exigen las personas preparadas y con experiencia contratada. Te dicen algo tan sencillo como: «Si éste trabaja por 600 euros, tú también puedes». ¿Y qué haces? Buscas dignidad. Y me temo que los vocablos dignidad y emigración se alejan. Cuando uno no está en su país se ve obligado a aceptar cualquier trabajo. Su nivel de exigencia se reduce a la mínima expresión. Y esta nula exigencia redunda en el empleador. Porque cree que puede contratar así a todos. A los de fuera y a los de dentro. Y los sueldos bajan.
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