Robinson pide más esfuerzo por incluir a las víctimas en el proceso de paz

La Razón, 21-10-2006

oviedo – Valerosa y lúcida. Así es el retrato de la primera mujer en ganar
el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Mary Robinson, ex
presidenta de Irlanda y ex Alta Comisionada de la ONU para los Derechos
Humanos. Ayer dio en Oviedo una lección de coherencia. A su discurso en
español, lleno de entusiasmo por resolver el drama de la inmigración y la
historia paralela entre Irlanda y España. «Nuestros países, ante los
conflictos históricos que han de afrontar, han optado por avanzar hacia la
paz mediante procesos de negociación», proclamó.
   Por
la mañana, ya había ahondado su valoración sobre el proceso de paz en el
País Vasco. «Cada país es único en su experiencia. Irlanda no es España.
Sólo puedo decir que el diálogo con Eta va a ser difícil, sobre todo para
las víctimas y sus familiares, porque van a pensar que su dolor va a ser
olvidado, por eso hay que hacer el esfuerzo de incluirles lo más posible
en el proceso de paz». Y es que Robinson admitió, no obstante, que pese a
que no conoce «todos los detalles» de la situación, espera que la
negociación en el País Vasco «tenga un resultado satisfactorio» y auguró
que será «largo y duro», por eso vamos a necesitar «paciencia y coraje
moral, pero si tiene éxito va a valer la pena».
   «Hay que
ser más honestos»
   De la inmigración, dejó claro que hay
que escapar de la superficialidad porque «al fin y al cabo es la cara
humana de la globalización», según la definió en el discurso. «No hay que
hablar sólo de inmigración – apuntó por la mañana – , sino que también de los
factores de empuje y arrastre, de la necesidad de un comercio justo, del
desarrollo económico de los países emisores. Y tenemos que ser más
honestos e integrar bien a los que están llegando».
   En el
Teatro Campoamor describió las «proporciones épicas» que ha alcanzado la
inmigración en el siglo XXI: 200 millones de emigrantes, entre 30 y 40
millones de inmigrantes indocumentados, siete de ellos en Europa. También
apostó por el diálogo, entre Oriente y Occidente, que protagoniza estos
días el Club de Madrid, del que es vicepresidenta, y culminará en 2008 con
una gran conferencia internacional. Eso, sí, admitió que tuvo que dejar el
Alto Comisionado de la ONU por presión de EE UU, donde no gustó sus
declaraciones en las que denunciaba «la situación denigrante» de los
presos de Guantánamo.
   

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