El pueblucho helado al norte de Helsinki donde los jefes de Estado y de Gobierno de la UE celebraron ayer su cumbre informal entiende más de energía y de rusos – los temas protagonistas – que de inmigrantes. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero sólo logró colar más propuestas a medio plazo con el apoyo de los países mediterráneos y las críticas de los franceses.

Durante una intervención en la comida con sus socios europeos, el presidente español pidió más medios para la agencia de control de fronteras, Frontex, un debate sobre el Derecho Internacional del mar para la repatriación instantánea de los inmigrantes náufragos y oficinas de información europeas que expliquen las verdaderas opciones de trabajo en la UE. Zapatero insistió en la «voluntad política» de ayudar en un problema que afecta a todos los estados miembros.

Sin embargo, en el debate posterior a la presentación de Zapatero, intervinieron para respaldarle sólo los países más afectados por la avalancha de inmigrantes, como Grecia, Italia y Malta. Con la habitual frialdad centroeuropea sobre el tema, el presidente francés, Jacques Chirac, subrayó el problema creado al dar papeles masivamente a los inmigrantes y apoyó las declaraciones de su ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quien criticó en Madrid la política española.

«No vamos a juzgar las políticas de regularización que realiza cada país. Se hacen por razones morales o políticas que sólo afectan a ellos. Pero todos los países que están en Schengen sufren las consecuencias que comportan estas regularizaciones», dijo Chirac. «Sarkozy tuvo razón al subrayarlo. Yo lo he hecho hoy [ayer] sin que ello provocara ninguna reacción en Zapatero, que comprende la situación: 500.000 personas regularizadas, con las familias que ello comporta, no deja de tener consecuencias».

Zapatero aun así confía en que sus propuestas sean adoptadas en diciembre en la cumbre formal de líderes de la UE y que las promesas de extender la misión de Frontex en Canarias y dar más fondos para reforzar una agencia de 30 personas sean reales. «Queda mucho trabajo por hacer», dijo Zapatero.