Música

Clases de rock y Ramadán para entender la diversidad

El Mundo, 20-10-2006

Con las aguas un poco revueltas a nivel internacional y cada uno tirando de la realidad hacia su lado, no es mal momento para colocar una pequeña vela al entendimiento. El colegio público Vázquez de Mella es uno de los mejores lugares para hacerlo. Icono de la tolerancia, en su seno conviven con naturalidad todo tipo de culturas y nacionalidades.


Poco antes de lanzar al aire las mochilas y dar rienda suelta a la libertad de la tarde, sus jóvenes alumnos, acompañados de sus madres, fueron convocados ayer en el patio del colegio para conocer a un grupo de música magrebí. Darga es el nombre de estos diez chicos de entre 22 y 24 años procedentes de la ciudad Casablanca.


Estas jóvenes promesas de la música de Marruecos son invitados de excepción de la primera Noche del Ramadán que se celebra en Madrid. La fiesta que celebra el aftaar o final del ayuno voluntario tiene lugar esta noche en la sala Heineken. Aprovechaban su presencia en la capital para detenerse un momento en el centro escolar y hablarles a los más pequeños del Ramadán y de otras peculiaridades de su cultura.


«Muchas culturas»


«Esta generación parece que es más observadora. Son curiosos, quieren saberlo todo», comenta Amine, uno de los músicos. Los chavales le han sometido a un tercer grado sobre todo tipo de temas sobre cultura, religión, «preguntaban con insistencia incluso el origen de nuestros nombres».


El joven se quejaba de la situación actual internacional: «La falta de entendimiento no es un problema de cultura sino de los políticos que lo complican todo». Dice esto mientras explica con gestos a una niña de siete años cómo se emplea el carcabu, una clase de platillos de metal pequeños.


Apenas chapurrean el castellano pero los africanos son conscientes de que la música es el mejor embajador que hay, y que para apreciarla no hacen falta ni diccionarios, ni libros de Historia.


«Este es un colegio con muchas culturas», afirma David, de once años. En su clase hay ecuatorianos y algún que otro rumano. A su amigo Kelian, de nacionalidad alemana, le interesaba conocer algo sobre el Ramadán. «He entendido cómo funciona pero si lo tuviera que hacer creo que mis tripas no lo aguantarían».


Somaya es un buen ejemplo de la multiculturalidad del colegio. Tiene 15 años y nació en Madrid. A los tres ya había sido inscrita en el centro. Sus padres llegaron de Marruecos con todas sus tradiciones, incluido el Ramadán y el pañuelo. Ella practica el primero pero obvia la famosa prenda. Mira de reojo a los músicos que ya interpretan uno de sus temas. «Me gusta esta música pero prefiero La Oreja de Van Gogh». Su padre forma parte del consejo escolar. Si tuviera que definirse diría que es más afín a la cultura española que a la árabe. «Mis padres se han tenido que acostumbrar a esta forma de vida».


La directora del colegio, Irene Carrasco, lo sintetiza con el agradable adjetivo «acogedor». El colegio viene trabajando, no sólo ahora que el ambiente está un poco enrarecido, sino en los buenos tiempos, en la integración. «Aquí no hay problemas». Cualquier niño que llega nuevo tiene una atención especial hasta que se convierte en uno más. «Si hay cocido les cambiamos el menú pero en Navidad ponemos nuestro Belén, a algunos les gusta y a otros no tanto, pero nadie se queja».


Decía Machado que todo lo que se ignora, se desprecia. Es fácil comprender esto viendo a una niña muy pequeña tratando de imitar el sonido del darbuka y la naturalidad con la que afronta aquel colegio la diversidad.


Darga: Esta noche, a las 21.30 horas, en la sala Heineken (calle de Princesa, 1). Precio: 9 euros.

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