Los inmigrantes no son la panacea de las pensiones

El Mundo, 20-10-2006

Los extranjeros son «sólo un alivio temporal para un problema demográfico permanente», según el economista Feldstein Se puede decir más alto pero no más claro: los inmigrantes no son la panacea para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones, por mucha mano de obra que entre en los próximos años. Todo lo contrario, generarán más gastos en educación, sanidad y servicios sociales para atender sus propias necesidades y las de sus allegados que tendrán que ser financiados, precisamente, a través del pago de sus impuestos y cotizaciones.


Este fue el mensaje de la ponencia del asesor de la política económica de Bush, Martin Feldstein, que ayer abrió la XX Conferencia Internacional de Organizaciones Empresariales Privadas, convocada por el Círculo de Empresarios, que preside Caludio Boada. En las jornadas, inauguradas por el Rey Juan Carlos, se analizarán durante dos días las consecuencias de una población que envejece.


En concreto, las palabras del profesor de Harvard para explicar que un aumento del número de extranjeros no resolverá los problemas de financiación fueron que «sólo» supondrá un «alivio» fiscal «temporal» para un problema demográfico «permanente» y que tendrá un «pequeño» impacto. «Sería un error recomendar un incremento de la inmigración como política necesaria para afrontar el envejecimiento de la población», aseveró. Conclusión: impulsar la natalidad.


Y es que este colectivo también genera gastos por desempleo, jubilación, sanidad. Y más aún los hijos y demás parientes que vendrán después. De este modo, teniendo en cuenta que su salario es en torno a un 40% inferior al del nativo, en el hipotético caso de que llegaran dos millones de extranjeros en edad laboral más, descontando sus costes sociales, apenas podrían financiar un 10% de las prestaciones de los españoles, según los cálculos de Feldstein.


Subir los impuestos


Como el Gobierno de Zapatero no va a echar mano de una reducción del gasto público en «agricultura de baja producción», «industrias ineficientes» o en «defensa» en favor del envejecimiento de la población, como planteó el profesor, no queda otra opción, a su juicio, que implantar un modelo mixto que combine inversión financiera y subida de impuestos. En su opinión, este modelo no supondría un aumento «importante» de las tasas. En definitiva, que los españoles nos acostumbremos a abrir un fondo de pensiones privado para garantizar nuestra jubilación.


Por su parte, Don Juan Carlos advirtió que «si no se toman a tiempo decisiones adecuadas», públicas y privadas de jubilación, políticas encaminadas al aumento de la natalidad o afrontar las corrientes migratorias, «en un futuro no muy lejano», dijo, el sistema podría experimentar «severas tensiones».


El ministro de Industria, Joan Clos, apuntó a las políticas de los países nórdicos como solución «ya que experimentan el mismo problema de envejecimiento, pero ello no les impide tener economías competitivas». Y citó las medidas para incentivar la fertilidad y la financiación mixta de las pensiones.

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