ENTRE los muchos aspectos positivos que comporta la inmigración está la revitalización de diversas manifestaciones de la sociedad que van de la economía a la cultura, pasando por el ocio.

Un estudio reciente del que se hacía eco en la edición de ayer La Vanguardia revela como la inmigración llegada a nuestro país, en la oleada que se inició a mitad de los noventa, se ha incorporado plenamente al consumo, lo cual significa que una gran mayoría de estas personas no sólo consigue integrarse plenamente en la sociedad española, sino que indica una clara voluntad de quedarse entre nosotros durante mucho tiempo o incluso para siempre. Una positiva señal.

Por ejemplo, el citado estudio informa de que un 15% de los inmigrantes tiene vivienda propia y un 36% ha comprado un automóvil; un 27% dispone de ordenador en su hogar y un 16% tiene acceso a internet; el 93% tiene teléfono móvil y el 100% televisión, y de éstos, un 14% ha accedido a los canales de pago; el 74% cuenta con un aparato de DVD y el 95% dispone de lavadora. Como se ve, sectores como la electrónica, la telefonía y los electrodomésticos, que, para la mayoría de los inmigrantes, son objetos de lujo en su país de origen.

El estudio revela, asimismo, que este colectivo se inicia en el acceso a otros servicios, como el de la restauración: un 9% de los inmigrantes come a diario en restaurantes, porcentaje que, en el caso del colectivo magrebí, llega al 12%. Todo ello revela una notable capacidad adquisitiva que no ha pasado inadvertida al mundo del marketing, con campañas publicitarias directamente dirigidas a este sector de la población que en España representa ya un 9%.