Ciudad Lineal
Denuncian que un grupo de Latin cobra por usar una cancha
El Mundo, 16-10-2006MARIA MONTES
Vecinos de la calle de Ascao se quejan de que ocurre desde hace tiempo. Un joven con síndrome de Down, entre las víctimas Las canchas de baloncesto públicas de la calle de Ascao, en el distrito de Ciudad Lineal, tienen dueños. Durante el día, las pistas y los alrededores pertenecen a los vecinos que se quieran pasar por allí, pero por las noches un grupo de Latin Kings se adueña de la zona. Cruzar la verja para echar unas canastas cuesta un peaje.
Un euro, dos, el coste varía con la situación. Al anochecer, las pistas se alquilan. Lo denuncian los vecinos del barrio. Conocen la realidad, pero no conocen a nadie que lo haya denunciado legalmente. Saben quienes son, lo que piden, cuándo llegan y lo que hacen, pero saben también que sólo llegan por la noche y que éste es el único momento del día que se dejan ver por las calles.
David tiene 19 años, una minusvalía del 65% y unos rasgos que evidencian que tiene síndrome de Down. Hasta hace unos meses acostumbraba a bajar a las pistas de vez en cuando a jugar. Ahora, desde que en el mes de mayo le pidieron dinero y le intentaron robar el balón no va solo ni al colegio.
Juan Antonio Romero, el padre del chico, cuenta que aquel día David subió a casa explicando lo que le había pasado. Juan Antonio decidió volver a bajar con él y observar con sus propios ojos lo que ocurría cuando el chaval intentara volver a entrar. «¡Mira!, ha vuelto el tonto, vamos a quitarle el balón», escuchó decir a uno de los otros adolescentes. «Al oírlo me acerqué y le dije: ‘Si tienes cojones quítaselo’». Le amenazaron con llamar a la banda, pero no le importó.
Esta ocasión fue la primera y la última vez que molestaron a David. «Ya no le dejamos bajar al parque ni ir solo a ningún sitio». Al único lugar al que David cree que va sin compañía es al colegio, pero su madre «le sigue por detrás sin que él se dé cuenta».
David no ha sufrido más ataques, pero su hermano mayor no puede decir lo mismo. Hace seis años también le pidieron dinero por entrar a las canchas. Él, que en aquel momento tenía 20 años, no se achantó y decidió hacerles frente. La pelea le costó la huída del barrio. Durante más de un mes lo estuvieron persiguiendo. «Lo esperaban en el portal, lo seguían… Ahora no quiere ver el barrio ni en pintura. Vive fuera desde entonces y cuando viene entra al piso y con las mismas se va».
Juan Antonio está convencido de que esos chicos pertenecen a las bandas de los Latin Kings o los Ñetas porque son de origen latinoamericano y no superan los 18 años. Son ellos también los que le ponen precio a los bancos que rodean el parque. Los vecinos comentan que durante el verano no sólo se alquilan las pistas. Sin embargo, varios ancianos que se sientan estos días en los mismos bancos no han tenido nunca problemas de este tipo. «¡Y que ni se atrevan! ¿Acaso el banco es suyo? Yo les pago, pero si me enseñan la factura firmada por el Ayuntamiento, que es a quien pertenece».
Ana, la madre de David, vive en el distrito desde hace 46 años, pero «ya no es igual que antes». Con el tiempo, el barrio se fue llenando de inmigrantes ecuatorianos. Ahora, seis años después, sólo dos de los bares de la zona son españoles.
Las continuas peleas que dicen que tienen entre los mismos inmigrantes, los ruidos, las molestias, el vandalismo… Todo esto les ha impulsado a querer vender su piso. «Se harán los dueños del barrio». Aseguran que utilizan un pequeño parque con poca luz cercano a su calle para traficar con drogas. «Yo les oigo gritar: ‘¿Me traes la carga?’. Hay que tener pelotas para pasar de noche por ahí», señala Juan Antonio. Los Latin también mueven drogas. A un amigo de David, también deficiente, lo utilizaban de recadero para «pasarse los paquetitos» en la discoteca.
Viven en un barrio sin ley al que la Policía ni tan siquiera se acerca. «Incluso cuando los ves que están en la calle a estacazos y con la cabeza abierta tampoco vienen. Las patrullas siempre ‘están ocupadas’, nos dicen».
«Estamos todos amedrentados. Roban, arañan los coches, rompen los cristales y los retrovisores a patadas. Es asqueroso», comenta Juan Antonio. Indica que una vez una ecuatoriana le llamó racista. «Sólo desde que estáis vosotros», le contestó. «Son gente sin escrúpulos».
Como último deseo, Juan Antonio pide un «cara a cara» con Zapatero. Critica su política de inmigración y su trato con los disminuidos mentales. «Tanto que decía que iba a estar al pie del ciudadano, pues que ahora no tenga miedo de hablar conmigo».
(Puede haber caducado)