Alemania y Austria, ninguna broma con el pasado
ABC, 15-10-2006R. VILLAPADIERNA CORRESPONSAL
BERLÍN. Negar la historia alemana es penalizable y hay escaso margen para la broma: está inscrito en la propia ley fundamental alemana. El marco jurídico asume el genocidio del pueblo judío, su internamiento en campos y exterminio, como un hecho histórico y, quien lo negara, minimizara o defendiera comete un delito perseguible de oficio. Hasta 1994, la negación del Holocausto sólo era denunciable por particulares que se sintiesen insultados, pero no suscitaba la inmediata actuación de la fiscalía del Estado.
En la vecina Austria, donde recientemente fue detenido el historiador británico David Irving, el negacionismo del Holocausto acarrea penas de prisión de hasta 20 años. En privado, incluso, bromas y chistes sobre judíos encuentran un eco gélido y tampoco son bien recibidos aquéllos sobre otras razas. Un primer intento de realizar una simple comedia sobre Hitler ha sido acogido con controversia por forzar los límites de la gravedad del personaje.
Asimismo actitudes xenófobas como, por ejemplo, la denigración de un pueblo, está castigada por el artículo 130 de la Constitución con 5 años de cárcel y multa. La justificación del régimen nacional – socialista o su defensa acarrea en Alemania una condena de 3 años. Desde el endurecimiento del 130, las concentraciones nostálgicas de extrema la derecha en memoriales y lugares de culto de la historia nazi pueden ser atajadas e ilegalizadas por el juez. La República Federal asume como prioridad de su política exterior la protección del Estado de Israel y está comprometida en la refundación en lo posible de la antigua comunidad hebrea de la preguerra.
La rigurosa aplicación de leyes y las apenas nulas expcepciones producen casos no obstante extraños, como la condena en Stuttgart del vendedor por internet de camisetas antinazis «Nix gut», porque mostraban la cruz gamada, aunque fuese para denunciarla. La argumentación del fiscal general, Bernhard Häussler, perseguía hacer desaparecer del uso y la vida pública tales símbolos, considerados «enemigos de la Constitución», aunque fuesen modificados o ridiculizados y al margen de la intención original de su creador, a fin de evitar lo que considera una nueva proliferación de éstos, atendiendo al motivo que fuese, y sin encontrarse en relación con una condena evidente del nazismo a los ojos de visitantes extranjeros que reconocen antes el símbolo que el texto. La líder verde Claudia Roth, que ha llevado «pins» con tales símbolos tachados, se encuentra perpleja ante la posibilidad de ser encausada.
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