«Tenemos que tomarnos África más en serio»

«Hay que llevar ayuda a los propios países de origen para que los jóvenes tengan expectativas de vida y no se marchen»

La Razón, 13-10-2006

Carmen Gurruchaga
Madrid¿El hecho de ser mujer y joven le ha hecho más difícil «vender» su
política ante determinados estamentos sociales? Lo he dicho siempre: ser
mujer y joven es tener todas las papeletas, porque la gente te prejuzga
sin saber. Esto se cura con el tiempo, al demostrar por qué una ha llegado
hasta aquí, aunque tenga que demostrarlo doblemente. Pero me parece
injusto que a las mujeres nos sigan juzgando por cuestiones estéticas.
¿Cuáles son los éxitos de su tres años en la Secretaría de Estado? En
cooperación es muy difícil hablar de éxitos. En este tiempo nos hemos
propuesto un cambio hondo en políticas de cooperación y todo nos parece
poco y nos queda mucho por hacer. Ahora bien: hemos empezado a construir
una política consensuada de cooperación al desarrollo que responde a
criterios de desarrollo, y no a otros; la hemos colocado en la agenda del
Gobierno y la estamos cumpliendo. ¿Qué hay de la inmigración ilegal
descontrolada? Hoy hablamos de inmigración porque somos frontera con
Europa y afecta a personas que en su país no tienen ninguna expectativa de
vida. Pero de este fenómeno también se habla en América Latina, en Estados
Unidos , en Asia… Es uno de los problemas más complejos que nos ha
tocado y hay que responder poniendo en la mesa distintos instrumentos.
Hay países en África en los que la mitad de la población vive con menos
de un dólar al día, pero eso ha sucedido siempre, sólo que antes no
emigraban tanto como ahora… Ver cómo un continente tan cercano al
nuestro sigue viviendo en la absoluta pobreza, con pandemias que matan a
millones de personas es algo que debe agitar nuestras conciencias. Esto
nos obliga a tomarnos África más en serio y a esforzarnos para que las
políticas de desarrollo funcionen y respondan a sus necesidades. Hay que
crear expectativas de vida para los jóvenes que, por carecer de ellas, se
juegan la vida para dejar su país. Los jóvenes que se van de esos países
no son siempre los menos cualificados y los más pobres…. Efectivamente.
Por eso asistimos al desangre intelectual de un continente cuyos mejores
valores se están yendo, lo que va a poner todavía más obstáculos para su
desarrollo. Por tanto, lo que hoy estamos haciendo en Senegal y en otros
lugares es crear expectativas de vida, para que esa gente no tenga que
marcharse. Francia ha llegado a un acuerdo con Senegal para controlar la
salida de inmigrantes que España no ha alcanzado… No, al revés. El
modelo español, que es un modelo compartido, de fortalecimiento de las
capacidades de los propios países para gestionar sus fronteras, es el que
ahora se está discutiendo en Francia y en Europa y está dando frutos.
¿Qué frutos? Lo estamos viendo de forma clarísima. La cooperación
compartida con Marruecos o Mauritania dio frutos evidentes y ahora está
sucediendo lo mismo con Senegal. Perdone que insista, ¿los frutos cuáles
serían, que no viniesen? No. Estamos ayudando a esos países a tener una
política más coherente de inmigración. Y si todos estamos de acuerdo en
que los resultados hay que esperarlos a largo plazo, seamos coherentes.
¿Qué significado le da al término «compartir»? Compartir es que la
inmigración no sólo afecta a los países receptores, afecta también a los
emisores, porque pierden capital humano. Pero también afecta a los de
tránsito, que sin poder dar ni de comer a sus ciudadanos tienen que
responder a los inmigrantes que atraviesan esas zonas. Por tanto, como es
un problema que nos afecta a muchos, tenemos que compartir la vigilancia,
el fortalecimiento de las políticas de flujos migratorios… Esa solución
que usted aporta tendrá sus frutos en 20 o 30 años. Pero hoy en día esa
gente viene aquí y ve sus expectativas frustradas porque no cabe nadie
más Por eso tenemos que conseguir que las personas que vengan a trabajar
lo hagan con contrato en origen, porque tienen una oferta. Esa es la
política de este Gobierno. Perdone que discrepe, pero hasta ahora no ha
sido así. No confundamos. Este Gobierno se encontró a miles de
trabajadores irregulares, que no cotizaban y no tenían ningún derecho.
Hemos arreglado su situación, porque el mercado laboral necesita ciertos
trabajadores, y hemos coordinado esta decisión con los sindicatos para que
velen por sus derechos, con los empresarios que necesitan la mano de obra
y con los que ya estaban aquí sin cotizar y sin derechos. ¿El Gobierno
ahora apuesta por una política migratoria rigurosa, basada en que la mano
de obra sea contratada en origen para que lleguen de forma ordenada y
legal? Ésa ha sido siempre nuestra política, por el bien de esos
ciudadanos, por el bien de un país que tiene que desarrollar su capacidad
de absorción. Por eso hay que luchar contra la inmigración ilegal. Ésa es
la última teoría , pero la realidad es bien distinta y no hay más que ver
qué sucede todos los días… Sólo se puede tener éxito cuando la
política migratoria se aborda de forma compartida. Lo que les parece bien
a algunos nunca se había hecho. Y los resultados hoy ya se notan. Mi
preocupación está en la raíz del problema y tenemos que arraigar a los
inmigrantes al futuro de su país. Ésa es mi obsesión e intento con la
Unión Europea que se hable de arraigo. El discurso de España en Naciones
Unidas, cuando vayamos a la Convención de Cooperación al Desarrollo será
hablar de arraigo o desarraigo. Hace días celebraron un foro de mujeres
líderes iberoamericanas que contaron experiencias sorprendentes. Estos
mismos foros los hemos hecho con jóvenes diputados, porque apostar por una
generación nueva en América Latina es apostar por la gobernabilidad,
porque los partidos sean fuertes, porque tengan arraigo social, o con
líderes indígenas. En ese foro citado se supo que, en Bolivia, 7 de cada
10 mujeres reciben malos tratos. ¿Le impresionó la cifra? Pone de
manifiesto que la violencia de género es un problema mundial

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