Senegal se deja querer por España
El Gobierno ofrece trabajo legal a un número "muy significativo" de senegaleses
La Vanguardia, 11-10-2006El Gobierno de Dakar no parece tener prisa en poner por escrito su compromiso contra los cayucos a pesar de la ayuda española de 15 millones de euros
MIQUEL MOLINA – Enviado especial DAKAR
VENTANILLA DE EMPLEO
En la contratación participarán empresarios y autoridades de ambos países
ACELERAR EL ACUERDO
La crisis de los cayucos ha acortado los plazos del pacto que se gestó en el 2004
Miguel Ángel Moratinos concluyó ayer su gira relámpago por África occidental recolectando palabras muy prometedoras. En presencia del titular español de Exteriores, su homólogo de Senegal, Tidiane Gadio, avaló las repatriaciones de senegaleses en situación ilegal en España y anunció enérgicamente que su Gobierno seguirá colaborando en el control de fronteras para evitar la salida de cayucos. Pero otra conclusión de la visita oficial a Dakar es que todo ese compromiso se ha quedado, por ahora, en el terreno de las palabras. Y eso que por parte española no dejan de lanzarse iniciativas para atraer a las autoridades de Senegal hacia un acuerdo por escrito que las comprometa aún más a evitar el desembarco masivo de inmigrantes en Canarias.
Sobre la mesa, España puso ayer la oferta de abrir con urgencia una ventanilla de contratación en Dakar que tramitaría la entrada legal en España de un número “muy significativo” de senegaleses, en palabras del ministro. En su gestión colaborarían autoridades y empresarios de ambos países, y, más allá de facilitar el acceso al mercado laboral español de los trabajadores de Senegal, tendría la función propagandística de desalentar a los aventureros del cayuco al mostrar que también se puede ir a trabajar a España con papeles y en avión.
No fue el único regalo para los oídos del Gobierno senegalés que llevó ayer Moratinos al palacio de la cancillería de Dakar. El ministro se presentó con el tratado que establece un generoso marco de cooperación con Senegal, elevando a 15 millones de euros la ayuda a este país. Desde Exteriores se advierte que el tratado empezó a gestarse en el 2004, dos años antes de que estallara la crisis de los cayucos, y que acuerdos similares se han suscrito con países desde donde no parten inmigrantes. Pero nadie se atreve a negar que la crisis migratoria puede haber marcado los plazos y la elección del momento en el que debía firmarse el acuerdo con Senegal.
En cualquier caso, estas muestras de buena voluntad, sin caer en saco roto, no parecen haber ablandado a los senegaleses hasta el punto de que accedan a firmar ya un memorando de intenciones sobre migraciones y cooperación como el suscrito con Guinea Conakry y Gambia. En palabras del ministro Gadio, la política de colaboración sobre inmigración entre Senegal y España está tan avanzada en la práctica que supera los objetivos de un memorando como éste, por lo que se remitió a una fecha inconcreta para firmar un acuerdo con todas las de la ley.
Tidiane Gadio se expresó así después de advertir de que “este país tiene tolerancia cero con la emigración ilegal” y de señalar que “nadie tiene que convencernos de que hay que luchar contra un problema” susceptible de terminar causando tragedias en alta mar.
La actitud de los gobernantes de Senegal respecto a la crisis de los cayucos está condicionada por la susceptibilidad de una opinión pública muy sensibilizada y por las próximas citas electorales. Atendiendo a estos temores de los gobernantes de Dakar, España ha aceptado rebajar el carácter propagandístico de las repatriaciones, enviando a los inmigrantes al aeropuerto local de Saint-Louis y no al internacional de Dakar. Una precaución que ha surtido efecto, pues la prensa senegalesa apenas habla de las repatriaciones, que superan ya las 2.000.
El temor a que se produzcan manifestaciones de repulsa puede estar detrás de las reticencias del gobierno senegalés a aceptar las repatriaciones por escrito. Pero la opinión pública del país no habla con una sola voz. Ayer, mientras centenares de jóvenes sin ocupación asistían desde las cunetas del Boulevard Dakar al paso de la comitiva española con el pensamiento puesto, muy probablemente, en la esperanza de subirse a un cayuco y tocar costa canaria, un semanario senegalés entrevistaba a un antiguo emigrante ya retornado de Barça, que es como se conoce aquí a Barcelona y, por extensión, al sueño europeo. Baba Tandian decía: “A esto de ahora no se le puede llamar emigración, no se puede ir a casa de alguien de decenas de millares en decenas de millares y esperar tener éxito; es indigno, estúpido e ineficaz”.
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