EL RETO DE LA INMIGRACIÓN

España recupera su memoria de África

El Gobierno estrena en Guinea-Conakry una estrategia que aspira a frenar los cayucos y ayudar a la región

La Vanguardia, 10-10-2006

MIQUEL MOLINA – Conakry. Enviado especial
En 1979, los reyes de España efectuaron la que hasta ayer era la última visita oficial de alto nivel de una personalidad española a Guinea-Conakry. El ministro de Asuntos Exteriores era entonces el ucedista Marcelino Oreja.

Con aquél y otros viajes oficiales, la joven democracia de Adolfo Suárez trataba de situar a España en el mapa del mundo. Ayer, tras 27 años de abandono casi absoluto de la relación bilateral, otro titular de Exteriores, el socialista Miguel Ángel Moratinos, regresaba a las calles polvorientas y a los palacios desvencijados de Conakry. De lo que se trata ahora es de ubicar a las depauperadas repúblicas de África Occidental en el mapa de la política exterior de España. A toda prisa, porque se pretende frenar con esta nueva estrategia la llegada masiva de inmigrantes sin papeles a bordo de cayucos.

Para eso, para evitar que lleguen más barcazas a Canarias, es para lo que España ha puesto en marcha una frenética ofensiva diplomática en un África que hasta hace poco no merecía la mínima atención diplomática. En este contexto, Moratinos suscribió ayer el primero de una nueva generación de convenios que prevén tanto la lucha contra la inmigración ilegal como la ayuda al desarrollo. El país firmante del convenio bilateral, Guinea-Conakry, era la primera escala de una visita fugaz del mandatario a África Occidental que también incluye Gambia y Senegal. Y a última hora de ayer, Moratinos rubricaba un segundo acuerdo, en esta ocasión, com Gambia. De alguna manera, la diplomacia española trata de recuperar el tiempo perdido en la región, las largas décadas en las que al sur de Mauritania sólo ha existido para la política exterior española la embarazosa Guinea Ecuatorial. Se da el caso de que la primera visita oficial a Gambia la realizó en mayo el enviado especial para la crisis de los inmigrantes, Miguel Ángel Mazalambroz, aunque es verdad que desde entonces Moratinos ya ha viajado dos veces al país. En cuanto a Senegal, tampoco ha abundado la presencia española de alto nivel en Dakar, ya que ha habido largos periodos de abandono.

“¿Éste es un acuerdo para frenar la inmigración ilegal o para ayudar a nuestro país?”, le espetó a Moratinos un periodista guineano tras la firma del acuerdo bilateral. Y el ministro le vino a explicar que el pacto servirá para ambas cosas. El convenio firmado entre Moratinos y su homólogo guineano compromete tanto a Guinea en la lucha contra las mafias como a España en aplicar políticas de cooperación. Exteriores admite que Guinea-Conakry no es un país problemático por sí mismo, ya que apenas hay doscientos guineanos en los centros españoles de internamiento de extranjeros. Sin embargo, se considera clave su colaboración en el control del paso de inmigrantes irregulares de otros países. Conakry se compromete también a aceptar la repatriación de todos sus nacionales que no puedan acreditar una estancia legal en España.

ECooperación n cuanto al compromiso español, la ayuda que destinará Madrid a proyectos de cooperación y desarrollo en Guinea-Conakry pasa de 500.000 euros a cinco millones de euros, una cantidad similar a la que se prevé invertir en el desarrollo de Gambia. En el caso de Senegal, la cifra puede alcanzar los quince millones, más de veinte destinados a la recuperación de la agricultura. Pero el recorrido de la comitiva ministerial por las calles de Conakry puso en evidencia ayer que hará falta mucho más de cinco millones para relanzar el país. La visión desde los microbuses era la de una ciudad desmantelada, sin los mínimos requisitos sanitarios, donde las pocas infraestructuras que se construyen llevan el sello de la cooperación exterior. La propia reunión de ayer entre Moratinos y su homólogo se vio afectada por cortes de luz.

Al cierre de esta edición, tras una fugaz visita a Banjul, capital de Gambia, Moratinos se reunía en Dakar con el presidente senegalés, Abdulayé Wade. En el caso de Senegal, país al que se ha repatriado a “miles” de sin papeles desde Canarias en las últimas semanas, el Gobierno español tiene que hacer auténticos equilibrios. ¿Cómo conjugar el deseo de Zapatero de que las repatriaciones sirvan como aviso a navegantes de que las fronteras españolas están herméticamente cerradas con la petición de Senegal de que éstas devoluciones de sin papeles se hagan con discreción, teniendo como tiene el país africano elecciones a la vuelta de la esquina? Para eso se inventó la diplomacia.

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