Del Director. Un Ejército que no se moja
Canarias 7, 10-10-2006Francisco Suárez Álamo
Las Palmas de Gran Canaria
Defensa se desmarca. Contaba ayer el diario El País con todo lujo de detalles que el Ministerio de Defensa le dio una y mil vueltas a la decisión de utilizar la armada ante el flujo incesante de cayucos que se produjo semanas atrás en Canarias. La decisión final del ministro José Antonio Alonso fue oponerse. Mira por dónde, resulta que Paulino Rivero tenía razón cuando apuntó días atrás que la Armada estaba a punto de adquirir mayor protagonismo en la crisis inmigratoria.
Sobre la marcha, surge una pregunta obligada: ¿por qué esos reparos de Defensa? ¿Por qué tanta resistencia a admitir que nuestros barcos pueden echar una mano, además de ocupar un precioso espacio urbano en la base Naval de la capital grancanaria?
Flaco favor se hace a sí mismo el Ejército con esas reticencias formales que nadie termina de entender. Y es que resulta incomprensible que sí haya recursos, valentía y ganas para que nuestros soldados se paseen por una playa del Líbano y no por las aguas próximas al África subsahariana, que nos quedan más cerca y nos atañen directamente por cuanto son punto de partida de ese tráfico de personas que se juegan la vida al subir a los cayucos.
Esperemos que con el nuevo mando único en materia de inmigración, en manos de un general de la Guardia Civil, todos los departamentos del Gobierno central se pongan manos a la obra y se olviden los celos. Los uniformes militares, a fin de cuentas, se inventaron como traje de faena y no simplemente para vestirlos en bonitos desfiles.Corea del Norte y el miedo nuclear. Vuelve el fantasma de la guerra nuclear y vuelve, como en otras ocasiones, de la mano de uno de esos estados que no tiene recursos para que sus habitantes sobrevivan en condiciones dignas, pero al que le sobran ganas y dinero para montar una bomba atómica y realizar una prueba nuclear por encima de los reiterados llamamientos internacionales para enterrar el hacha de guerra nuclear. En la misma Corea del Norte donde hay hambruna, su presidente sigue embarcado en una cruzada militarista que no recibe ya ni el apoyo de China. Y con la prueba nuclear, se reabre el debate sobre cuál ha de ser la respuesta de la comunidad internacional ante un Gobierno antidemocrático que no sólo perjudica a los suyos, sino que también juega con fuego en una zona rodeada de gasolina y amenaza a la vecina Corea del Sur con borrarla del mapa. Ayer lo decía el embajador argentino en Naciones Unidas: «Hay que estudiar qué hacer, pero sin perjudicar a los norcoreanos». Tiene razón pero estudiando, estudiando y estudiando lleva la ONU años y los norcoreanos siguen muriendo.
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