CATALUNYA CIUDAD

Vendimia ilegal

La Vanguardia, 09-10-2006

TONI ORENSANZ

Los payeses se quejan de que encontrar mano de obra resulta misión imposible por la vía convencional
Mientras Sarkozy y otras eminencias andantes de la derecha europea se muestran con convicción contrarios a las regularizaciones de inmigrantes, cuando el fenómeno se mira a pequeña escala, acercando la lupa y el foco, la realidad se obstina en no tenerlo tan claro.

La vendimia en marcha en Catalunya se ha topado esta temporada, otra vez más, con inspectores de trabajo y con la Guardia Civil recorriendo los viñedos a la caza del immigrante sin papeles ocupado en tareas agrícolas. Es lo pertinente (la autoridad tiene que defender el imperio de la ley), aunque uno duda que pongan el mismo celo en ir localizando por ahí a inmigrantes sin papeles manos a la obra en promociones inmobiliarias con brillo, lentejuelas y millones a espuertas.

En los viñedos, lejos de la imagen de Falcon Crest, la fotografía que los agentes de la Benemérita se encuentran son payeses con la familia al completo y, en algunos casos, con algún immigrante que, si no está debidamente regularizado, puede acarrear una multa de seis mil euros. En dicha fotografía no faltan los ancianos de la casa, el suegro y, si me apuran, hasta el menor de edad del hogar con las tijeras de podar en ristre. Los payeses tienen que demostrar con papeles que todo bicho viviente que anda entre las cepas está contratado o tiene lazos de parentesco con el propietario.

Y es que los agricultores (que en muchos casos tienen unas pocas hectáreas, que esto se trata de la minifundista Catalunya) no lo tienen nada fácil. Se quejan de que encontrar mano de obra (sin necesidad de que sea cualificada) para emprender la vendimia es, con frecuencia, misión imposible por las vías convencionales. Ni a través del Inem ni mediante las correspondientes gestorías reúnen, a veces, al personal suficiente. Y otras fórmulas alternativas los obligan a proporcionar alojamiento a los inmigrantes, cosa que no siempre es posible.

Así las cosas, hay agricultores que si no quieren perder la cosecha – la vendimia exige celeridad en la recolección y no puede uno esperarse una semana- se ven obligados a recurrir a los inmigrantes sin papeles que, según Sarkozy y sus ministros primos hermanos, debemos combatir todos con dedicación y saña. Persigámoslos, pues, aun a sabiendas de que en este país, al final, sólo los gorriones se van a dedicar a la recolección de frutos.

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