Ultras en Europa
La Vanguardia, 09-10-2006LAS elecciones municipales y provinciales que se celebraron ayer en Bélgica señalan el crecimiento del partido ultraderechista flamenco Vlaams Belang (Interés Flamenco) de Filip Dewinter, pero con una progresión menor de lo que se había previsto. Si bien habría mejorado los resultados de los comicios locales del 2000, se apunta un retroceso de estas siglas en comparación con las regionales del 2004. El avance ultra también se certifica en algunas zonas de Valonia, de la mano del Frente Nacional.
Las últimas noticias belgas se añaden al ascenso de los ultraderechistas austriacos del Partido Liberal Populista (FPÖ) y de la Alianza para el Futuro de Austria (BZÖ) en las elecciones parlamentarias del pasado 1 de octubre, así como a la reciente entrada del también ultraderechista Partido Nacional Democrático (NPD) en el Parlamento regional de Mecklemburgo-Antepomerania, el tercero de Alemania donde estas siglas obtienen representación. A este panorama deben sumarse los peculiares casos de la presidencia y el Gobierno polaco, en manos del partido ultracatólico Ley y Justicia (apoyado por partidos xenófobos y negacionistas), y del Gobierno eslovaco, una coalición entre socialdemócratas y ultraderechistas del Partido Nacional Eslovaco.
El crecimiento y el protagonismo de partidos de ultraderecha en Europa obedecen a causas locales, pero también a tendencias generales que se registran en todo el continente. La inmigración, como asunto prioritario de la agenda política, ha servido a estas siglas para ampliar su base electoral con facilidad, muy a menudo a costa de los votantes del centroderecha moderado, que pierden peso a medida que estas ofertas se hacen fuertes en los parlamentos. Como ya indicó hace años el caso del Frente Nacional en Francia, los ultraderechistas no sólo se dirigen al electorado conservador tradicional, sino que tratan de pescar entre las clases populares fieles a la izquierda pero desconcertadas ante las políticas oficiales.
El fenómeno es preocupante. Coinciden bajo la etiqueta ultra neonazis reconvertidos y populistas xenófobos de distinto pelaje. Se mueven aprovechando las grietas del sistema. Para los grandes partidos democráticos suponen un desafío que no se soluciona únicamente con cordones sanitarios para impedir su acceso a los gobiernos, como se ha hecho en Bélgica. Es urgente e imprescindible que los grandes partidos analicen las razones de fondo de este fenómeno y trabajen para frenarlo en las urnas.
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