La extrema derecha registró ayer un alza impresionante en las elecciones municipales de Flandes (Bélgica). El Vlaams Belang, partido ultraconservador y xenófobo, ha sido el partido más votado en numerosas ciudades y en otras ha registrado un ascenso de más de 15 puntos, colocándose como la segunda fuerza política. El partido liberal de Guy Verhofstadt fue el gran derrotado de la jornada de ayer. Es cierto que estas elecciones no son demasiado trascendentes, pero han servido para demostrar que la extrema derecha está en condiciones de ser alternativa de gobierno. Los líderes del Vlaams Belang han hecho campaña jugando con el miedo al creciente número de inmigrantes musulmanes, el aumento de la delincuencia en las calles y la preponderancia de los valones en el Estado belga. Su mensaje ha calado en buena parte de la población. A diferencia de Francia, Bélgica era un país donde históricamente la extrema derecha había sido marginal. Ahora las cosas han cambiado. Lo sucedido en este país se explica por el fracaso del Gobierno que preside Verhofstadt en solucionar problemas que preocupan mucho a los ciudadanos como la inmigración incontrolada. Ello ha provocado una deriva del electorado hacia soluciones extremas, como las que propone el Vlaams Belang, que ha defendido la expulsión de todos los inmigrantes . Existe el riesgo de que pueda ocurrir lo mismo en otros países de Europa si los gobiernos no adoptan medidas efectivas para solucionar esos grandes problemas.