Los términos Latin King, Ñetas, Latinos de Fuego o Dominican don’t play son conocidos por sus actuaciones conflictivas y violentas. Afortunadamente, la labor policial y judicial y la coordinación entre administraciones han logrado descabezar a estos grupos. Es un momento estratégicamente óptimo para aprovechar la coyuntura y, con medidas preventivas, sociales y educativas evitar que las bandas puedan reconstituirse con nuevos líderes. Estos grupos suelen estar dirigidos por los más violentos, pero participan otros llamados por engañosas apelaciones al grupo, a la amistad, a la unión, sin que, en muchos casos, encuentren otras alternativas para sentirse integrados. El hecho de no conocer otras opciones los convierte en presa fácil. Las asociaciones juveniles son una magnífica opción porque con sus actividades (culturales, deportivas, lúdicas…) pueden sacar a estos jóvenes de la delincuencia o evitar que caigan en ella. Hemos de contribuir a crear tejido social, invitando a la participación a los que llegan de fuera y propiciando una verdadera integración. Hoy en día se concibe la seguridad ciudadana como un derecho fundamental y es algo que, de manera legítima, todos reivindicamos. Pero para tener seguridad lo mejor es que no haya delincuentes y para ello tendremos que poner en marcha todas las posibilidades preventivas, teniendo en cuenta la consideración que del artículo 25 de la Constitución, que prevé la recuperación social de los delincuentes. Es cierto que el caso de Barcelona, donde los Latin King ya se han convertido en asociación cultural, es distinto al de Madrid. Aquí no tenemos interlocutores, los principales líderes están procesados y es más complicado acceder a la raíz porque el fenómeno está más endurecido. Pero los poderes públicos no pueden dejar de intentarlo. No se trata, por supuesto, de legalizar a los delincuentes, sino de dar opción a los que aún no han delinquido o a los que pueden entrar en estas bandas en el futuro.

Pedro Núñez Morgades es defensor del Menor