El miedo al inmigrante consolida a la extrema derecha como tercera fuerza en Austria

Los populistas FPÖ y BZÖ han robado más de 300.000 votos a los grandes partidos

La Vanguardia, 03-10-2006

Los partidos de extrema derecha FPÖ y BZÖ han sido los únicos que han ganado votos en las elecciones austriacas del domingo. El miedo de los electores a una invasión incontrolada de emigrantes ya la consiguiente inseguridad laboral les ha permitido arrebatar más de 300.000 votantes a socialdemócratas y democristianos.

RICARDO ESTARRIOL – Servicio especial VIENA

ESTADO DE BIENESTAR
Los austriacos temen que la llegada de inmigrantes lo ponga en peligro

ENFERMOS Y ANCIANOS
Nadie se imagina quién les cuidaría sin la llegada de trabajadores extranjeros
Aunque la diferencia de votos conseguidos entre los dos grandes partidos austriacos en las elecciones legislativas del domingo es relativamente pequeña (65.983 votos o un 1,5%), la derrota del Partido Popular (ÖVP) es mucho mayor que la victoria del Partido Socialdemócrata (SPÖ).

A primera vista el asunto parece sencillo. Los populares han perdido 13 de los 79 diputados que tenían en el Parlamento, mientras que los dos partidos de la extrema derecha (FPÖ y BZÖ) han ganado 11 nuevos escaños. Y casi 200.000 electores del ÖVP se pasaron el pasado domingo con armas y bagaje a uno de los dos partidos dispuestos a frenar la inmigración con todos los medios posibles. Pero también muchos electores socialdemócratas se han pasado a la extrema derecha. Según los resultados electorales, se calcula que la extrema derecha ha arrebatado 112.000 votos a los socialdemócratas.

Los analistas de estas llamadas corrientes de voto atribuyen estos cambios en el comportamiento del electorado a la aparición de nuevas preocupaciones en la sociedad austriaca. Así, apuntan a que el trasvase de votos tiene su origen en buena parte al temor de la población ante lo que parece una corriente imparable de llegada de inmigrantes. Y el segundo factor importante que habría influido en los votantes es la incipiente sensación de inseguridad en el mercado laboral. Dos factores que, en realidad, están relacionados mutuamente.

El pasado domingo, las urnas hicieron patente lo que Bruselas no entendió en el año 2000, cuando sancionó a Austria por haber incluido el partido de Jörg Haider en el gobierno. Haider no era un neofascista, sino un demagógico populista que conocía muy bien a sus compatriotas.

De hecho, el sucesor de Haider en el liberal populista FPÖ, Hans Christian Strache, ya no necesita buscar el voto de los nostálgicos del pangermanismo. Le basta con esgrimir el fantasma del paro debido a una saturación del mercado. De muy poco sirve que los expertos demuestren que la cifra neta de inmigrantes no es tan alarmante como podría parecer, ya que se concreta en alrededor de 50.000 personas por año. Concretamente, en el año 2004 llegaron a Austria 128.000 extranjeros y salieron 76.000. Ylos especialistas en estadística calculan que en el año 2020 estas cifras habrán descendido a una décima parte de las actuales.

Sin embargo, la realidad es a veces contradictoria. Por un lado, los ciudadanos pertenececientes a los nuevos ocho países miembros de la UE del este y centro de Europa (Letonia, Estonia, Lituania, Polonia, la República Checa, Eslovaquia, Hungria y Eslovenia), desde mayo del 2004, pueden residir en Austria pero les está vedado el acceso automático al mercado de trabajo. Pero actualmente 40.000 personas de estos países vecinos trabajan en Austria sin permiso laboral cuidando enfermos. Perciben una mínima parte de lo que costaría un salario legal. Y lo que es peor, nadie puede imaginarse quién cuidaría a los ancianos y enfermos impedidos sin este capital humano.

Y todo esto a pesar de que el Gobierno saliente del democristiano Wolfgang Schüssel había adoptado ya importantes restricciones a la inmigración. Y de que se están aplicando medidas extraordinarias, como por ejemplo el sobrevuelo sistemático de la fronteras con pequeños aviones sin piloto provistos de cámaras fototérmicas especiales.

El ascenso de la extrema derecha en las elecciones del domingo, que preconiza el endurecimiento de la legislación en materia de inmigración, preocupa a los expertos en esta materia. Éstos están convencidos de que la aplicación de nuevas restricciones, como proponen tanto el FPÖ como el BZÖ, aumentarían el número de inmigrantes ilegales.

El temor de la población es que esta invasión de extranjeros suponga una mayor dificultad para encontrar trabajo. Y es que en Austria la existencia de alrededor de 250.000 parados es suficientemente alarmante para una población acostumbrada al bienestar y a un generoso sistema de seguridad laboral.

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