Tradición contra censura
Las fiestas de Moros y Cristianos evitan herir la sensibilidad de los musulmanes
La Vanguardia, 03-10-2006SALVADOR ENGUIX – Valencia
Primero fueron las fallas de Valencia, y ahora son las fiestas de Moros y Cristianos. En la pasada primavera fue la autocensura de los artistas falleros en sus ninots alegóricos al islam, creados para, al igual que el resto de los muñecos de cartón, ser pasto de las llamas; y ahora es la inquietud, real, de no querer herir la sensibilidad de los musulmanes en una fiesta centenaria y arraigada en multitud de pueblos de la provincia de Alicante. Donde hombres y mujeres desfilan por las calles para rememorar viejas batallas, aquellas que siempre ganaban los cristianos a costa de los moros.
Se trata de matices, de pequeños detalles, como ya ocurrió también en marzo, en las fallas. Momento en el que algunos artistas optaron por suprimir algún ninot en el que el moro era caricaturizado. Aunque también la censura la impuso el Ayuntamiento a una figura donde tres monjas aparecían asombradas por el tamaño de un consolador, que fue sustituido por imposición de la Junta Central Fallera por un cirio. Hubo alarmas ante una autocensura y una censura que podían dañar una fiesta, y una representación artística, donde el humor y la burla, donde la crítica ácida y la sátira, forman parte de su esencia. Las fallas, sin eso, no son nada.
El caso de las fiestas de Moros y Cristianos, ahora divulgado por varios medios de comunicación, puede erosionar una de las manifestaciones populares más explosivas y atractivas de la Comunidad Valenciana. Por ahora, las señales son débiles, pero pueden crecer. Aunque en algunos casos, como en Alcoi, ciudad que celebra la fiesta de Moros y Cristianos más famosa del mundo, se apuesta por mantener las formas y el contenido, sin ningún tipo de modificaciones. “Ésta es nuestra fiesta, es la de todos los alcoyanos, y no creemos que se hiera la sensibilidad ni la susceptibilidad de nadie”. Lo dice Javier Morales, presidente de la Asociación Sant Jordi, entidad responsable de la organización de esta fiesta en Alcoi. “Nosotros no vamos a tocar nada”, concluye.
Los matices han alcanzado a algunas poblaciones como Beneixama y Bocairent. El alcalde de la primera, Antonio Valdés, reconocía ayer que en una reunión mantenida con los organizadores de la fiesta, que se celebró en septiembre, “decidimos suspender un pequeño detalle”. Se refiere el alcalde a que se evitó que una serie de petardos explotara en la cabeza de cartón, que simula la figura de Mahoma, como así era la tradición. “Hubo gente que nos dijo que podíamos molestar a otros, pero realmente sólo es un acto que dura medio minuto, el resto de la fiesta sigue igual”.
Algo parecido ha ocurrido también en Bocairent. Se lanzaba la figura de un moro desde la almena de un castillo al que después le explotan petardos en la cabeza. “Lo único que no hacemos es quemarlo, como era tradición”, señalan desde la corporación municipal.
Son casos, no obstante, aislados, que según reconocen desde las organizaciones festivas, no deberían ir a más. A Alcoi se suman otras localidades que como Ontinyent o La Vila Joiosa, con fiestas de Moros y Cristianos espectaculares, nada quieren cambiar. Lo único que ha ocurrido hasta el momento, en las localidades citadas, es la eliminación de cualquier alegoría a Mahoma, cuando aún se recuerda la crisis de las viñetas del profeta del islam. Es lo que ocurrió en 1968 en Banyeres de Mariola. Su alcaldesa, María Encarna Francesc, lo recordaba. “Se explotaba la cabeza del profeta, pero de eso hace mucho tiempo, porque del resto de la fiesta no se ha tocado absolutamente nada”.
Lo curioso del caso es que ninguno de los consultados señala haber recibido presiones o avisos de asociaciones o personas que profesan la religión musulmana. Al igual que en las fallas – excepto por el asunto del Ayuntamiento- se trata más de una actitud prudente que de una impuesta. Lo que, según reconocen estas fuentes, resulta aún más preocupante. La tradición, una vez más, se enfrenta a la censura, y en esa batalla está en juego el arte y la expresión popular más viva de los valencianos.
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