El alto precio de los pisos obliga a los inmigrantes a compartir la hipoteca entre varias familias
Un informe concluye que el 10% de los préstamos firmados en España tienen ya tres o más titulares Los bajos salarios y las exigencias bancarias empujan a los extranjeros a unirse para solicitar el crédito
Diario Sur, 01-10-2006La dureza del mercado inmobiliario cae como un ladrillo sobre el colectivo de inmigrantes. Los altos precios que siguen rigiendo el parque de viviendas de la provincia acorralan a los extranjeros con menos recursos, para quienes el acceso a un inmueble se torna en utopía. Después de varios años en alquiler compartiendo piso los foráneos que han logrado un trabajo estable hacen cuentas y tantean la posibilidad de dar el salto hacia la propiedad. Es entonces cuando surgen los obstáculos. El primero llega al intentar casar la elevada cuota de la hipoteca con sueldos bajos que, para más inri, tienen que repartir con sus familiares en sus países de origen. El siguiente bache a esquivar aparece en el interior de las entidades financieras que, por norma, piden avales que puedan justificar el pago periódico.
Para sortear estas dificultades, muchas familias de inmigrantes optan por unirse para compartir el préstamo. Las entidades financieras de la provincia afirman que esta práctica es cada vez más habitual. De este modo, los bancos y cajas consultados por este periódico destacan que muchos extranjeros presentan los ingresos de varias personas a la hora de garantizar la devolución del capital en lugar de los tradicionales avales.«Si entre los españoles lo normal es que aparezcan dos personas como titulares de la hipoteca, en el caso de los foráneos esta cifra se duplica», sostienen fuentes del sector.
Un informe reciente realizado por la empresa inmobiliaria Tecnocasa (especializada en el mercado de ocasión o segunda mano) concluye que cerca del 10% de las hipotecas firmadas en el conjunto del sistema financiero español están suscritas por tres o más titulares. Un dato que evidencia la influencia que empieza a ejercer el colectivo de inmigrantes en el sector bancario nacional.
Tres o cuatro titulares
El citado estudio de Tecnocasa pone de relieve que más del 20% de los créditos hipotecarios concedidos en el segundo semestre de 2005 a ciudadanos de origen latinoamericano o asiático tenían un mínimo de tres miembros. Este porcentaje, sin embargo, se redujo al 7% en el caso de los préstamos firmados por clientes europeos o africanos.
Gerardo Márquez, portavoz de la casa argentina en Málaga, confirma el auge que experimenta esta nueva tendencia entre sus compatriotas. «Conozco varios casos de parejas o amigos que se han aliado para pagar la hipoteca. Conseguir alquiler entraña ciertas complicaciones, por ello muchos extranjeros optan por invertir para así poder darle liquidez en el futuro a su inversión», indica Márquez.
Y es que la maraña de dificultades económicas y sociales que teje el fenómeno de la inmigración obliga a muchos de los extranjeros que llegan a la provincia a aguzar su ingenio para poder acceder al parque inmobiliario. «Por un lado tenemos el problema del alto precio de los pisos y, por otro, la desconfianza de las entidades financieras, que nos miran de reojo aún teniendo permiso de trabajo», insiste Valentín, responsable del grupo de bolivianos en Huelin. Así, este foráneo explica que para lidiar las trabas, lo «más fácil» es unirse con otros inmigrantes para reembolsar la letra del préstamo y lograr la confianza de los bancos.
El director de la ONG Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL), Juan Carlos Espejo, indica que las hipotecas compartidas están surgiendo, sobre todo, en barrios periféricos «donde el precio de la vivienda es algo menor». A juicio de Espejo esta situación es fruto del coste desorbitado de las casas.
«Si los pisos ya están caros de por sí, imagínate para un inmigrante, que tiene que dividir su sueldo en muchas partes: una para ayudar a su familia, otra para viajara a verla, otra para vivir, y una última para pagar el alquiler. Por ello, igual que alquilan entre tres o más personas, también adquieren el piso en grupo, a modo de cooperativa», añade el responsable de MPDL.
El portavoz de la Plataforma de Solidaridad con los Inmigrantes, Luis Pernía, pone el dedo en la llaga de la precariedad laboral. Y pone un ejemplo. «Si una asistenta doméstica cobra 500 euros al mes y tiene que asumir una letra de 1.500, necesita juntarse con otras dos para pagar la letra. De otra forma es imposible», critica.
Una opción con límites
Las distintas organizaciones coinciden en destacar el papel que están jugando las entidades financieras en el auge de estas hipotecas compartidas. Fuentes de Banco Santander confirman que desde que empezó el boom de la inmigración están asistiendo a un aumento del número de titulares que firman el préstamo. «La tendencia está ahí y va a más», apostillan. Esta entidad, sin embargo, no acepta a más de tres intervinientes para reembolsar los créditos, «ya que no es eficiente para el cliente ni para el banco», dice.
Desde Unicaja también constatan que la demanda de este tipo de hipotecas es muy frecuente entre los extranjeros. Un colectivo que, según precisan, suele pedir el préstamo a partir de los 6 ó 7 años de permanencia en la provincia.
El informe de Tecnocasa apunta la posibilidad de que los créditos compartidos se extiendan, en breve, a otros colectivos con la soga al cuello, como es el caso de los más jóvenes. Una alternativa que puede cobrar peso si el euribor sigue escalando posiciones. No hay que olvidar que el índice que marca la evolución de los préstamos ha rematado en septiembre un año de subidas que le ha llevado a alcanzar el 3,715%, su nivel más alto desde el 3,869% de junio de 2002. Mala noticia para los hogares, que han asistido en los últimos doce meses a una revalorización del indicador del 67,34%. Esta situación se recrudece en el caso de Málaga.
Y es que según un informe presentado esta semana por el Instituto de Práctica Empresarial (IPE) la provincia mantendrá este año la hipoteca media más alta de Andalucía, situada en 166.000 euros. Una cifra diez puntos superior a la media española.
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