Austria, ante el posible retorno de la coalición entre conservadores y socialdemócratas
El Mundo, 01-10-2006Los Verdes podrían ofrecerse como alternativa, formando gobierno con alguno de los dos partidos, mientras que la extrema derecha, hoy fraccionada, podría pasar a la oposición VIENA. – Dentro de unas pocas horas, cuando al caer la tarde se den a conocer los resultados de las elecciones parlamentarias, se habrá disipado la incógnita sobre un posible regreso de la gran coalición entre los conservadores (ÖVP) del canciller Wolfgang Schüssel y el Partido Socialdemócrata (SPÖ) de Alfred Gusenbauer.
Fue precisamente este matrimonio mal avenido que llevaba 13 años aliado, el que empujó a Schüssel, cuyo partido había alcanzado el tercer puesto tras los populistas de Jörg Haider, a formar una coalición con éste último en enero de 2000, encabezando el primer gobierno popular desde 1970. Schüssel arriesgó mucho con la decisión de desvincularse de la estrategia de aislamiento que practicaban todos los partidos contra Haider y la osadía puso en marcha todo tipo de represalias de los socios europeos que terminaron por convertirse en unas sanciones sin precedentes, ya que por primera vez se intervenía en los asuntos internos de un estado miembro.
Entre los abanderados del castigo europeo (del que todavía hoy se avergüenzan muchos socios europeos por lo injustificado que resultó), se alzaron Francia y Bélgica cuyos dirigentes se sintieron injuriados por Haider.
De ese Haider furibundo ya casi no queda nada, y los años de gobierno de coalición con los populares han significado una erosión continua que dió lugar en 2006 a la escisión del FPÖ con la formación del BZÖ (Liga para el Futuro de Austria) que lidera el propio Haider y que hoy lucha por la supervivencia política y su permanencia en el Parlamento federal.
Residuo racista
Sin embargo, a pesar de que Schüssel ha desmontado el fenómeno Haider, el FPÖ que quedó de la escisión formado por el ala más reaccionaria y xenófoba que lidera Heinz – Christian Strache se ha beneficiado de las luchas internas del antiguo FPÖ y podría obtener el apoyo del 10% del electorado, un segmento de la población menos favorecida que quiere oír consignas racistas para poder echarle la culpa a la inmigración de su difícil existencia. Los Verdes del catedrático de Finanzas, Alexander van der Bellen tienen como meta convertirse en la tercera fuerza del país, tarea ardua ya que el FPÖ de Strache les lleva pisando los talones en la intención de voto desde hace varios meses.
Si Los Verdes consiguen dar la campanada, el partido podría formar una coalición con alguna de las formaciones más votadas, ÖVP o SPÖ, aunque ésta última es más bien un socio improbable ya que nadie en Austria desea tener un gobierno rojiverde como tuvo la Alemania de Gerhard Schröder.
El ÖVP, que durante toda la campaña ha centrado su presencia en la figura del canciller, terminó ayer su lucha por la Cancillería con una comparecencia de su líder en la explanada más vanguardista de la capital, el barrio de los Museos, un complejo arquitectónico que forma parte de la milla artística de la capital. Allí se vanaglorió de su equipo, del trabajo realizado en esos siete años de gobierno y de «sus ganas de seguir con su proyecto patriótico llamado Austria», según sus propias palabras. Su contrincante Alfred Gusenbauer (SPÖ) aprovechó la jornada de ayer para darse un baño de masas en los feudos de las clases obreras instando a su público a acudir a las urnas. En este sentido, el presidente de la República, Heinz Fischer, perteneciente al SPÖ, realizó un llamamiento ayer para que los ciudadanos no dejen de hacer uso de su derecho democrático. Las altas temperaturas de este fin de semana podrían hacer descender algo la participación que en este país suele oscilar alrededor del 80%.
Otra lista perteneciente a un populista de izquierdas, Hans Peter Martin, diputado europeo que ha centrado su discurso político en las denuncias de corrupción de las élites políticas, podría obtener entre un 3 y un 5% de los votos, según los analistas.
En términos generales, la campaña electoral ha sido más agresiva que ocasiones anteriores, y también más cara.
El diario liberal Der Standard afirmó ayer que entre todos los partidos se han gastado 50 millones de euros y los cebos para movilizar a los indecisos (al parecer 500.000 personas de los 6,1 millones de votantes), han sido de lo más variado: desde preservativos rojos (SPÖ) y verdes (Los Verdes) hasta la compra de portadas enteras de periódicos de gran tirada, como en el caso del ÖVP.
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