PASOS PERDIDOS

Acusados y sospechosos

Juzgado un marroquí por matar a una mujer en Olesa, pero él asegura que el crimen fue cometido por otro

La Vanguardia, 29-09-2006

Por lo que se ha visto en la sala del jurado, la vida de María no fue la quintaesencia del glamour. Su discurrir amoroso fue turbulento y en las últimas horas antes de dejar el mundo practicó el sexo en la rampa de un hospital. Luego, alguien la mató destrozándole el cráneo. La fiscalía acusa del asesinato a un joven marroquí, pero éste esgrime su inocencia, a la vez que su letrado hace aparecer en escena a otro sospechoso: un ex novio violento que la acosaba. La familia de la víctima reconoció que este individuo, al que nadie encontró después, merodeó a María dos semanas antes del crimen.

Ocurrió en Olesa, en la noche que transitó del 21 al 22 de noviembre del 2004. María apareció en un parque, cerca del Centre d´Assistència Primaria, con el cráneo machacado. Días después, la Guardia Civil detuvo como supuesto autor del hecho a Mustapha. El caso ha sido revisado por el tribunal del jurado.

En la sala, el joven marroquí hilvanó un relato de lo que aconteció en las horas anteriores al crimen, que contradice abiertamente lo que había declarado ante los agentes y en el juzgado. Hasta esta semana había negado que tuvo relaciones sexuales con la víctima. Ante el tribunal explicó que estaba en un bar con un amigo, y fue allí donde empezó a hablar con la mujer, a quien invitó a una cerveza. Cuando el local cerró, los tres salieron al parque, a seguir charlando. El amigo hizo mutis por el foro y él y la mujer bajaron por unas escaleras del hospital, que en aquel momento estaban solitarias, y practicaron sexo. Luego se fumó un cigarro y oyó que una voz de hombre gritaba desde arriba “Mari, Mari”. Él se marchó sin ver quién era el que chillaba y no sabe más. “¿Por qué tenía que matarla?”, se preguntó ante los jurados. Y en cuanto a por qué ha guardado dos años de silencio, los que lleva en prisión, pues porque temía que le acusaran del asesinato y porque no quería que su padre se enterara de su vida sexual.

La defensa sostiene que la investigación policial dejó numerosos cabos sueltos. Por ejemplo, la existencia de una ex pareja, Agustín, con malos hábitos y peor genio. El que, cuando ocurrió el asesinato, era compañero sentimental de María reconoció que este hombre, alto, fuerte y muy agresivo, volvió a aparecer en la vida de la mujer quince días antes de su muerte, y que la acosaba por la población, pidiéndole que reanudaran su vínculo sentimental, a lo que ella se negaba. La hija de la víctima añadió que la relación entre su madre y Agustín había sido turbulenta: mientras vivieron juntos él le pegaba y las marcas de los golpes podían verse a simple vista. Según ambos testimonios, Agustín vivía en Olesa. Sin embargo, un agente de la Guardia Civil dijo que no se le encontró, que se había marchado de la población y que llevaba una vida de indigente en Barcelona. Además, todo conducía a Mustapha.

Ésta no es una historia de champán y rosas, sino de sangre y amores turbulentos. En su último día, María le dijo a su pareja que iba a por tabaco, pero se metió en un bar, practicó el sexo en la rampa de un hospital y murió a golpes en un parque. La autopsia desveló que consumió alcohol y fármacos. Del crimen se acusa a Mustapha y el fiscal pide 23 años de cárcel, pero su defensa esgrime que él es inocente y que sólo es un acusado, porque hay otros sospechosos.

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