Asistenta, amante, ladrona y chantajista
Una ilegal extorsionó a dos jueces británicos de inmigración, a los que grabó practicando sexo
La Razón, 29-09-2006Gonzalo Suárez
Londres – La justicia británica, conocida en todo el mundo por su austera
formalidad, ha mostrado en las últimas semanas una cara muy distinta. La
responsable de este cambio es Roselane Driza, una limpiadora brasileña que
protagonizó un turbio triángulo amoroso con dos magistrados, a los que
posteriormente intentó extorsionar. En las últimas semanas, los británicos
han seguido con pasión este caso que parece sacado de un culebrón de bajo
presupuesto, con ingredientes tan «clásicos» como el chantaje, la
manipulación y las orgías espolvoreadas con cocaína.
El escándalo ha acabado con la reputación de dos de los jueces de
inmigración más importantes del país: Mohamed Ilyas Khan y su amante,
conocida oficialmente como la «Juez J». En 1999, ambos contrataron a una
nueva limpiadora, Roselane Driza, una inmigrante ilegal a la que pagaban
siete euros a la hora. En cuestión de meses, la brasileña se e nteró de
los detalles de la «doble vida» de los magistrados, que según ella incluía
atracones de drogas y sexo, en muchos casos registrados para la posteridad
en cintas de vídeo que guardaban en el salón de su casa.
Al año siguiente, Khan y la «Juez J» se separaron, pero Roselane siguió
trabajando para ambos. La situación siguió así hasta hace un par de años,
cuando la magistrada despidió a su asistenta por entrometerse en su vida
privada. La brasileña no aceptó esta decisión y la denunció por despido
improcedente, con la esperanza de obtener una jugosa compensación. En
aquellos momentos, la limpiadora seguía trabajando para Khan y, de hecho,
su relación se había vuelto más seria: ahora era la amante secreta del
juez, que la mandaba todo tipo de mensajes eróticos a su móvil.
La situación estalló en la Navidad de 2004, cuando la «Juez J» se enteró de
que su ex amante se había liado con su ex limpiadora, con la que ella
estaba enfrentada en los tribunales. Al parecer, Khan intentó acabar la
relación, pero la brasileña no se dejó intimidar y recurrió al chantaje.
Así, amenazó a la «Juez J» con difundir sus vídeos sexuales con Khan si no
le entregaba 30.000 euros en metálico, además de informar a las
autoridades judiciales de que había trabajado para ella, pese a que no
disponía de papeles.
Esta última revelación habría resultado
especialmente embarazosa teniendo en cuenta que los jueces trabajaban para
los servicios inmigratorios. Fue en este momento cuando ambos decidieron
acudir a la Policía para denunciar a su empleada por chantaje, lo que
desembocó en el juicio cuya sentencia se dictó anteayer.
Pese a su repentino aluvión de publicidad, ella ha sido la peor parada
del juicio, que además ha revelado una biografía que sólo puede
describirse como pintoresca: antes de trabajar para Khan y su amante,
estaba casada con un asesino en serie relacionado con la mafia albanesa.
Al final, el tribunal decidió condenarla a una pena de cárcel. Por su
parte, los dos jueces se enfrentan a una investigación interna que podría
acabar con su despido.
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