Sexo, togas y cintas de vídeo

ABC, 29-09-2006

EMILI J. BLASCO. CORRESPONSAL

LONDRES. En un país habituado a los escándalos de altos personajes públicos envueltos en sórdidas prácticas de sexo, el asunto de los jueces Miss. J. y Mr. Khan, junto con la señora de la limpieza brasileña que trabajaba para ambos, ha sido estos días portada en toda la prensa británica, lo que ya es decir.

Ha escandalizado que dos responsables de asegurar la aplicación de la ley en materia de inmigración hayan podido burlar las normas de extranjería, al contar con los servicios domésticos de una brasileña que se encuentra de modo ilegal en el país. Además de acusaciones de consumo de drogas, los dos jueces, un hombre y una mujer, han perdido su reputación por vídeos en los que aparecen juntos en escenas de sexo con una segunda mujer, y por la distribución de sus correos electrónicos con contenidos íntimos.

Hasta las máximas autoridades judiciales – el responsable de Justicia del Gobierno y el lord Justicia Jefe – han tenido que salir al paso del gravísimo escándalo con un comunicado para que la conducta de los dos jueces en cuestión, que pueden ser echados de la carrera, no dañe la imagen de toda la judicatura.

El asunto salió a la luz hace ahora un año cuando Roselane Driza, brasileña de 37 años de edad, llegada al Reino Unido en 1998 con un permiso de residencia que fue prolongado hasta 24 meses, denunció a un periódico que había sido contratada ilegalmente por la juez Miss J. (su nombre no ha sido revelado).

Ante la negativa de Miss J. a pagar la demanda que realizaba Driza, ésta se dirigió al departamento de Asuntos Constitucionales del Gobierno. El caso llegó a los tribunales después de que la brasileña fuera detenida, acusada por Miss J. y por el también juez Mohamed Ilyas Khan de estarles sometiendo a chantaje.

Las sesiones han ido desgranando los detalles que han puesto al borde del fin de sus carreras a los dos jueces, y a Driza, condenada por chantaje y robo de vídeos caseros, en inminente riesgo de ser deportada.

Roselane Driza, que al llegar a Londres estuvo casada con un criminal de los Balcanes, fue contratada como señora de la limpieza por Miss J. el mes de octubre de 1999, cuando su situación ya era ilegal en el país. Poco después, la empleada doméstica pasó también a servir en casa del juez Khan, avalada por Miss J., quien entonces mantenía una relación amorosa con su compañero también en los tribunales. Ambos han negado que supieran que la criada no tenía papeles, lo que ésta desmiente.

Despedida por Miss J. por «demasiado intrusiva en su vida privada», Driza comenzó un «affair» con Khan, a cuya casa se trasladó a vivir. Un día, ambos fueron descubiertos en la cama por Miss J., lo que hizo estallar el conflicto.

Como un muñeco en sus manos

La brasileña logró finalmente obtener pruebas sobre la conducta poco edificante que venían observando los dos jueces. Se hizo con dos vídeos caseros grabados por Khan en los que aparecía explícitamente en actos sexuales a tres, con Miss J. y otra mujer, y también supuestamente tomando drogas. Igualmente consiguió correos electrónicos de Khan en los que entraba en detalles íntimos. Por ejemplo, calificaba a Driza como «material realmente muy caliente».

En el juicio, Driza ha asegurado que Khan era «un completo muñeco» en sus manos, y que Miss J. llegó a amenazarle con pagar a alguien para que la matara, además de haber tenido intentos de suicidio. Naturalmente, los dos jueces han negado rotundamente la mayor parte de las acusaciones vertidas por la empleada.

El juez Khan, considerado por sus colegas como un «devoto musulmán», ha admitido que la situación le ha dejado completamente sin autoridad para actuar en casos de inmigración, pero al mismo tiempo ha arremetido contra la Justicia. «Estoy horrorizado con los servicios que obtienen las víctimas de actividades delictivas. Ella tuvo un abogado para que la defendiera, nosotros no», se quejó.

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