Zapatero carga contra Sarkozy y dice que no admite lecciones de la UE

Los conservadores europeos arremeten contra regularizaciones masivas como la española

La Razón, 28-09-2006

E. L. Palomera/J. Aguilar

Madrid/estrasburgo – Nicolas Sarkozy, ministro francés del Interior; Otto
Chilly, ministro de Interior alemán; Rita Verdonk, ministra de Inmigración
de Holanda; Dominique de Villepin, primer ministro francés; Nicolás
Schimit, viceministro luxemburgués; Günter Beckestein; representante de
los ministros de Interior de los Estados Federales alemanes; Wolfgan
Schauble, ministro federal del Interior alemán; Rita Verdonk, ministra de
Inmigración de Holanda y Franco Frattini, comisario europeo de Seguridad.
Podrá haber mandatarios extranjeros que se pronuncien sobre algún asunto
de la UE, pero no con tanta unanimidad y contundencia como lo han hecho en
las últimas semanas sobre la política migratoria española. Y no
precisamente para elogiarla. La larga lista de voces críticas en Europa la
exhibió ayer Mariano Rajoy en el Congreso, en una sesión de control al
Gobierno que dio para mucho en materia de extranjería. Tanto como para que
el presidente Zapatero negara la evidencia de la censura europea y el
popular Ángel Acebes ofreciese una cifra de ilegales (690.000) tras el
efecto llamada que el Gobierno no ha hecho pública hasta ahora.
Poco «crédito»
El caso es que
Mariano Rajoy abrió la espita del debate vespertino con el sinfín de
críticas de la UE en el marco de la última cumbre ministerial de
responsables de Interior y Justicia, y con dos conclusiones políticas. La
primera, que el crédito del Gobierno español «es manifiestamente
mejorable»; la segunda, que es «incomprensible que el ministro de Trabajo
(Jesús Caldera) aún siga siéndolo». A Zapatero no le gustó la «faena», y
lejos de admitir enmienda alguna, se creció tanto que dijo no admitir
lecciones de nadie de la UE, mucho menos de un Sarkozy al que recordó los
disturbios protagonizados por ciudadanos de origen extranjeros en París.
Podía haber «cargado» contra cualquier otro ministro europeo crítico con el
Gobierno, que han sido muchos, pero eligió al responsable de Interior
francés, adalid del endurecimiento de la política migratoria en Europa.
Zapatero no está por esa labor, sino por la de la integración y el
pluralismo multicultural seriamente cuestionado en algunos países de la
Unión. Tan seguro está de ello que dijo que «no le valen las lecciones»
que le pretenden dar a España sus socios europeos. «Puede que le valgan a
usted – le espetó a Rajoy – , pero no a este Gobierno, ni le convienen a este
país». Porque España, defendió el presidente, no sólo «está en condiciones
de ordenar la política migratoria», sino que el Gobierno cree que
«controlará sin duda alguna». Todo esto, además, sin apreciar que Europa
le haya amonestado por su política. «No hay críticas de unos a otros. Los
gobiernos europeos y la Comisión Europea – explicó – procuramos cooperar
ante un desafío que para muchos países tienen un gran alcance».
Sorprendido con la respuesta, Rajoy censuró al presidente por negar la
evidencia, y le exigió humildad para reconocer errores, y atender las
propuestas del PP para afrontar la actual crisis migratoria. Luego, Acebes
ofreció las cifras más escalofriantes del problema: por cada subsahariano
que expulsa el Gobierno, siete se quedan en nuestro país; miles de ellos
ni siquiera ingresan en un centro porque están saturados; el efecto
llamada ha traído ya a 690.000 ilegales y sólo 12.000 han sido devueltos.
Debate en Europa
Mientras la inmigración acaparaba
ayer gran parte de la polémica en el Congreso, también era objeto de
confrontación en el Parlamento Europeo. Ayer debatió la situación de la
inmigración ilegal en la UE, que algunos eurodiputados quisieron centrar
en la regularización de 700.000 inmigrantes que realizó el año pasado el
Gobierno de Zapatero. La popular alemana Ewa Klamt, que intervino como
portavoz del Partido Popular Europeo criticó, sin mencionarlo
expresamente, al gobierno español, al manifestar que «no es de recibo que
sin información ni consulta se haga una regularización masiva, porque
lógicamente hay un efecto llamada».

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