Un marroquí recibe dos disparos de un desconocido en la puerta de su casa

El País, 28-09-2006

A Mohammed Belakhialat, un trabajador de la construcción de 50 años de origen marroquí, le dispararon por la espalda dos veces y le hirieron en la pierna cuando estaba a punto de entrar en su casa en Ripollet (Vallès Occidental). El Cuerpo Nacional de Policía investiga lo ocurrido, pero de momento todo son interrogantes. Mohammed vio a la persona que le disparó, pero no la reconoció. Lo único que sabe es que su agresor “iba encapuchado, vestía una americana y se dio a la fuga en un coche negro”, relata.

“Nunca nos hemos peleado con nadie ni tampoco tenemos deudas. La persona que disparó a mi padre o se equivocó de persona o actuó por racismo”, señala Sara Belakhialat, que tiene 15 años, habla perfectamente el catalán y el español, y estos días no se mueve del hospital donde está ingresado su padre. Es la intérprete de su padre, Mohammed, desde que el pasado sábado por la noche ingresó en el hospital Parc Taulí de Sabadell con dos heridas de bala en la pierna.

El sábado, primer día del Ramadán, Mohammed fue a la mezquita. Cuando regresó a su casa, hacia las 22.30 horas, subió las escaleras de donde vive, un primer piso de la calle del Doctor Vergós de Ripollet, sacó las llaves y, alguien, desde abajo y por la espalda, le disparó dos veces con una escopeta de caza. Mohammed vio a su agresor, pero no lo reconoció. “Al principio pensé que eran niños que querían gastarme una broma y que tiraban petardos, porque había una fiesta al lado”, recuerda el herido. No había nadie en casa, y fueron los vecinos los que avisaron a la policía al oír los gritos de la víctima.

Mohammed, su esposa y sus tres hijos, de 6, 10 y 15 años son de origen marroquí y viven en Ripollet desde hace seis años. Sara, que estudia en el instituto, asegura: “Nunca habíamos tenido problemas con nadie y nos conocen todos los vecinos”. El sábado la joven estaba en casa de su tío con su madre y sus dos hermanos. “Cuando regresamos no podíamos pasar, estaba lleno de coches de policía y de ambulancias”. “Tenemos miedo, porque no entendemos nada, no sabemos ni qué ha pasado ni quién ha sido y no podemos estar tranquilos”, precisa la muchacha.

La familia no se plantea cambiar de municipio. “Nos hemos comprado el piso y económicamente no podemos hacerlo. No tenemos otro sitio adónde ir, pero tampoco podremos llevar una vida normal porque siempre estaremos asustados”, asegura la joven.

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