Feliciano, el policía de Varela

El único agente de este pueblo de Guinea Bissau patrulla con su vieja escopeta y su linterna para evitar que salgan cayucos

El Correo, 26-09-2006

LUIS DE VEGA/ENVIADO ESPECIAL. VARELA

Varela está casi incomunicada del resto del mundo desde julio, cuando el camión que llevaba varias toneladas de arroz hundió la pasarela de madera que hacía de cordón umbilical con la civilización. Nadie se ha encargado de sacar ese camión amarillo del cauce del río. Y lo que es peor, nadie se ha encargado de arreglar el amago de puente.

A pesar de todo, el Gobierno guineano asegura que este es uno de los puntos de salida de cayucos hacia Canarias. Así lo reconoce también el jefe local de Policía, Feliciano Paulo Sampa, que sale a patrullar a las ocho en punto de la tarde, con su camisa policial y sus pantalones de camuflaje. Le acompañan su linterna y su oxidado kalashnikov.

Su paseo parece el cuento de la lechera. «Si tuviera unos prismáticos», «si tuviera una piragua», «si tuviera un todoterreno», y según lo dice se le ilumina el rostro. A pesar de todo, relata alguna que otra operación llevada a cabo con la ayuda de vecinos: «Hasta aquí llegan todos los días ciudadanos de Senegal, Gambia o Guinea Conakry y yo les digo que han de regresar al lado senegalés», explica. Pero, a diferencia del litoral senegalés, en Varela no se atisba ningún movimiento de ‘sin papeles’. La localidad no es más que un poblado sin apenas vida.

Para no desentonar con sus vecinos, Feliciano Sampa no dispone de radio ni de ningún otro medio para contactar con sus superiores. ¿Y cómo lo hace? Por carta. Cualquier comentario que quiera hacer tarda tres días en llegar hasta la capital, Bissau.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)