La culpabilidad de la oposición
La Voz de Galicia, 25-09-2006EN Galicia, así como en España, ya tenemos explicación universal para todos los males: la culpa es del PP. Si Galicia fue pasto de las llamas, se ha debido a una conjura del PP; si existen dudas y malestar por la forma de abordar el sumario del 11 – M, la causa radica en el rencor del PP que no ha encajado bien el revés electoral del 14 – M; si cientos de emigrantes se ahogan en los cayucos de la muerte y los que sobreviven se hacinan en los campos de refugiados canarios, la culpa la tiene el PP por insolidaridad con los pobres de la tierra. El discurso monotemático ya viene de atrás; al PP se le achacó el Prestige , el conflicto de Oriente Medio, la crisis educativa, el maltrato familiar, la delincuencia, el malestar nacionalista de vascos y catalanes y todo lo que de atrasado se pudiera encontrar en Galicia. Sin olvidar la permanente acusación a este partido como demiurgo de la desigualdad económica y social.
Cuando el PP gobernaba, el unilateralismo argumental tenía como objeto estimular al ciudadano a un cambio electoral. Pero una vez consumado, se mantiene el mismo guión como si de un verdadero poder fáctico en la sombra se tratara, como si el partido de la oposición tuviera más capacidad e influencia que toda la constelación de resortes a disposición de los partidos gobernantes. Las gentes del poder han perdido el norte y el sentido común, y lo que es peor, la apreciación objetiva de la inteligencia natural, sensibilidad humana y sentido moral da la ciudadanía. Están perdiendo la confianza social, rozan el ridículo y se deslizan por la pendiente de una deslegitimación acelerada. Urge rectificar: fórmese una comisión parlamentaria sobre los incendios y acúsese al PP ante los ojos de todos, y désele la oportunidad de ofrecer su visión; así como a los expertos que fuese necesario consultar. Igual para el 11 – M, reábrase la comisión de investigación, llámese a quien no se quiso llamar antes, pónganse encima de la mesa los informes de la composición de explosivos, documéntese el alcance lo descubierto hasta la fecha y explíquese por qué no se sabe lo que deberíamos saber. Procédase de la misma forma con la inmigración.
Ya vale de imputar todas las culpas a la oposición, basta ya del esperpento interminable. No somos una autocracia rudimentaria, por mucho que sea la afinidad del Gobierno actual con ese tipo de países. Somos una democracia constitucional, donde la responsabilidad principal la tienen los gobiernos, que disponen de los impuestos públicos y disfrutan de los mecanismos del poder. Dejen ya de tirar balones fuera y si carecen de autocrítica y capacidad de gobernar, al menos no nos atormenten con su pobre retórica exculpatoria.
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