España no se va a hundir

Las Provincias, 24-09-2006

El famoso “España va bien” de Aznar ha sido sustituido por “España no se va a hundir porque lleguen 25.000 inmigrantes a Canarias”, que ha pronunciado el representante alemán de las regiones para asuntos de Interior, Günther Bechstein. No, en verdad España no se va a hundir por eso, ni por la creciente inseguridad ciudadana, ni por nuestro constante ridículo en política exterior, ni siquiera por el desmembramiento territorial, a base de absurdas reformas estatutarias basadas en la insolidaridad y dirigidas a construir un fantasmagórico Estado confederal.


En realidad, los Estados como España rara vez se hunden. No fue afortunada la comparación con la extinta URSS que hizo Alfonso Guerra. España tiene muy poco que ver con aquel país, y tampoco hay que acudir al caso yugoslavo. Pero eso no significa que las cosas se estén haciendo bien. Antes al contrario, en la Moncloa parece haberse instalado un equipo de gestores más apropiado para las labores de derribo que para las de construcción, ideales para cargarse todo lo que huela a la etapa anterior, al PP; para arrinconar a los populares, utilizando la manida estrategia de tildarlos de extrema derecha, con ese espíritu perdonavidas tan habitual en la progresía de salón; para volver a sacar el espantajo de la guerra civil; para obsequiarnos con reformas maquillaje, que ocultan, tan sólo por unas horas, las grietas, surcos y defectos de un rostro envejecido; para distraer, en fin, a la opinión pública con debates de salón lejanos a las verdaderas preocupaciones de la ciudadanía, a saber, inmigración, delincuencia, vivienda, paro…


España no se va a hundir, pero ¿se está trabajando desde el Gobierno para consolidar un proyecto de Estado moderno, solidario, competitivo y equilibrado? Las voces discrepantes de lo políticamente correcto, como Rodríguez Ibarra, se van a casa, en un saludable gesto de renovación que, no obstante, no evita la sensación de cierre por liquidación. Y es que resulta difícil mantener la ilusión por un país en el que existen comunidades autónomas en las que la paranoia llega al extremo de, además de obligar a los niños a estudiar en catalán,
recomendar
a un jugador de Camerún que se aprenda las costumbres de la ¿nación? en la que juega. Dicho de otro modo, como Eto’o no celebre su próximo gol (que ojalá no sea hoy) con una sardana, tenemos una crisis de Gobierno más que asegurada.

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