INJUSTICIA / 15 AÑOS EN LA CARCEL «POR LA CARA»

«Ahmed es inocente»

El Mundo, 24-09-2006

Libertad condicional. Con 15 años de prisión sobre sus espaldas, la vida rota y la injusticia royéndole las entrañas, el reo Ahmed Tommouhi quedó en libertad cuando se ponía el sol del pasado lunes. Entró a prisión con 40 años y analfabeto, pocas semanas después de llegar a España desde Nador (Marruecos) para trabajar como albañil y recolector de frutas. Salió con 55. No hubo indulto ni nadie pidió perdón. Simplemente, le abrieron las puertas de la cárcel barcelonesa de Brians y le dejaron salir silenciosamente. «Tranquilo, sin rabia, porque de qué me serviría gritar o saltar como hacen algunos. No, nada de rabia… El daño ya está hecho», hablaba unos días después para CRONICA. Aún confía en que el futuro le depare justicia con mayúscula: «Estoy igual de limpio que cuando vine al mundo. Soy inocente…».


Tommouhi pisó la calle ligero de equipaje, con la misma tarjeta que le ha acompañado siempre en los últimos años. Su amuleto. Es apenas un cartoncillo gastado. Por un lado, el escudo de la Guardia Civil. En el revés, la frase «Ahmed es inocente», manuscrita por el agente Reyes, el artífice de la investigación que demostró que la condena del marroquí era su extraordinario parecido físico con el gitano violador Antonio García Carbonell. Pero ni ésa le salvó de presidio. Tampoco la petición de indulto con la que, tanto el fiscal jefe de Cataluña como el Tribunal Supremo, quisieron dar salida decorosa a la situación del condenado después de que el ADN confirmara que el violador era su doble (Carbonell).


La historia es larga. Escalofriante para todo el que la conoce con detalle. Eterna – 15 años, 5.425 días – para quien la ha sufrido. Fue letal para otro marroquí condenado junto a Tommouhi, Mounib. Se le paró el corazón en su celda en abril de 2000, dejando tras de sí el grito agónico que tanto repitió en vida: «Soy inocente, inocente, inocente».


Otoño de 1991. Una ola de salvajes asaltos a parejas y violaciones arrasa Cataluña. Se sabe que dos son los autores, violentos e inmisericordes. La mayoría de las víctimas dice que, por su extraño hablar, podrían ser marroquíes, salvo dos jóvenes raptadas, que hablan de tipos de aspecto agitanado. A Tommouhi lo detienen el 11 de noviembre, cuando se hospedaba en una pensión de Terrassa (acababa de llegar en busca de trabajo en la construcción, tras haber pasado algún tiempo en Girona recolectando fruta) acompañado de otro marroquí con bigote que respondía al perfil de uno de los dos delincuentes buscados. Mientras el bigotudo quedó rápido en libertad, a Tommouhi le identifican varias víctimas. En esos días acelerados, exactamente el 13, guardias civiles detienen en Barcelona a Abderrazak Mounib, un vendedor ambulante llegado de Fez con mujer y cuatro hijos cuya foto está en un álbum policial por unos lejanos antecedentes de exhibicionismo.


Aunque nunca se pudo establecer que Mounib y Tommouhi se conocieran, y pese a que con el coche de los violadores se cometieran delitos con los marroquíes ya en prisión, las sentencias empezaron a caer condenatorias una tras otra. La casi exclusiva prueba, siempre la misma: víctimas que veían en el rostro de Tommouhi a su violador. Acusado inicialmente de 17 delitos, acabó condenado por cuatro violaciones y un robo: más de 100 años de cárcel. Y allí se pudrían él y Mounib cuando, en 1995, en Cataluña volvieron a ocurrir violaciones idénticas a las de 1991. Otra vez dos tipos de lengua extraña. Algunas mujeres señalaron con sus dedos dos imágenes entre las miles que les mostraron los agentes del caso: Tommouhi y Mounib. Pero era imposible: seguían presos.


La respuesta al misterio no tardó en llegar. El 20 de junio de ese 1995 la Guardia Civil capturaba a uno de los violadores. El agente Reyes, que conocía bien el caso de Tommouhi, estaba presente. Quedó perplejo al ver al corpulento tipo que se les resistía. Decía en castellano que se llamaba Antonio García Carbonell, «y era exactamente igual que Tommouhi. Dos gotas de agua». Con la espina clavada – ¿es que mandamos a prisión a dos inocentes? – , empezó a investigar por su cuenta. Tras un año de desvelos, el 15 de enero de 1996 parió su desquite personal, un meticuloso informe encabezado así: «Detención y condena de dos personas como autoras de varios delitos de violación y otros, los cuales podrían ser inocentes, así como posible identificación de uno de los autores reales de dichos hechos. Personas implicadas: Ahmed Tommouhi, Abderrazak Mounib y Antonio García Carbonell». Reyes no sólo convenció a sus mandos, también a la Fiscalía. La maquinaria se puso en marcha para revisar todas aquellas violaciones de 1991 y 1995. Y el ADN llegó salomónico en el único caso de 1991 del que se conservaban restos biológicos de los agresores (semen en un pantalón): el autor era Carbonell, ayudado de un pariente. Los demás casos, por falta de ADN, no se pudieron revisar…


Y así hasta que el lunes, 18 de septiembre de 2006, la Justicia abría una puerta trasera, la de la prisión de Brian, y dejaba salir en silencio al pobre de Tommouhi en libertad condicional. Ni el anterior Gobierno ni el actual se atrevieron a otorgar el indulto pedido por la Fiscalía y el mismísimo Supremo. «Nadie sabía que yo salía… Cogí un taxi y pedí que me llevara a Martorell, a donde mi hermano. A la mañana siguiente, martes, salí a la calle a pasear…». / ILDEFONSO OLMEDO


CLAVES


EL «DOBLE» DE AHMED


Se llama Antonio García Carbonell y fue detenido en 1995. / Los análisis de ADN demostraron que él fue el violador, junto con un pariente próximo, en al menos uno de los casos por los que fue condenado el marroquí / Nunca ha admitido los hechos. / A principio de 2007 cumplirá 70 años, lo que a la larga le abrirá las puertas de la prisión pese a tener una condena de 228 años.

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