Intelectuales e inmigrantes
La Voz de Galicia, 24-09-2006AUNQUE sorprende, es fácil de constatar que los intelectuales españoles son los que evitan con mayor cuidado pronunciarse sobre cuestiones de inmigración. Es como si los paralizase algún complejo por el privilegio de vivir en el Primer Mundo, o como si sellase sus labios – o secase sus plumas – algún miedo atávico a salirse de lo políticamente correcto. El asunto que más preocupa a los españoles es la inmigración ilegal, y ellos miran hacia otro lado, sin dar la menor muestra de enterarse de nada.
Contrasta esta actitud con la de otros intelectuales europeos, que se han mojado con pronunciamientos a veces muy contestados (como el de Giovanni Sartori sobre las dificultades de integrar a unos musulmanes que «no desean ser integrados y se automarginan»). Desde Europa y desde América llegan reflexiones acerca de tan ardua cuestión, sobre todo en un momento en el que muchos consideran fallido el hasta hace poco modélico sistema francés de integración y hay que buscar nuevas opciones.
Desde la propia Francia, pensadores como Alain Touraine y otros intelectuales progresistas han reconocido ese fracaso y se han pronunciado a favor de combinar igualdad y diversidad mediante la asociación de democracia política y diversidad cultural. «No hay sociedad multicultural posible – advirtió Touraine – sin el recurso a un principio metasocial universalista, que no puede ser otro que los derechos humanos».
Desde Estados Unidos, el pseudogurú Francis Fukuyama argumentó (¿en son de burla?) que el Gobierno francés – y en general los europeos – tienen que comprender que la noción americana de «crisol» inmigrante, que a su juicio es un éxito de integración, no se ha cimentado en mimar a los recién llegados, sino en invitarlos a dejar sus prejuicios y modos antiguos y estar dispuestos a recibir la forma de vida de la sociedad que los acoge, respetar al nuevo Gobierno y a sus leyes y obedecer las reglas de juego que impone el país que los abraza… ¿Tienen algo que decir al respecto nuestras mejores cabezas? ¿O seguimos adelante y dejamos a la providencia la solución de nuestros probables problemas futuros? Parece que de esto se trata, a la vista de tanto silencio.
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