El fantasma de la inmigración se aparece en el drama «Ghosts»
La cinta inaugural del certamen, dirigida por Nick Broomfield, se basa en
La Razón, 22-09-2006Carlos PUMARES
Con un tiempo relativamente revuelto y de forma aburrida arrancó ayer la
54 edición del Festival de Cine de San Sebastián. La cinta que ha tenido
el honor de inaugurarla ha sido «Ghosts», de Nick Broomfield. Tres
millones de inmigrantes viven, mejor dicho, malviven en Gran Bretaña. La
película se basa en un hecho real ocurrido en 2004, en el que veintitrés
ilegales chinos murieron ahogados mariscando en una playa al no darse
cuenta de que la marea estaba subiendo. Sus familias, aunque pueda
resultar una desagradable paradoja, aún se ven obligadas a pagar el costo
del viaje: 25.000 dólares. En la película se narra el angustioso periplo
desde China hasta Inglaterra, la caída en manos de las mafias de este
grupo de personas, la brutal explotación a que son sometidos, la
corrupción que reina en las oficinas de empleo, la falta de escrúpulos de
los empleados locales, el trabajo sin horarios, de sol a sol, el sueldo
miserable… Un panorama, en fin, poco halagüeño, pero que no nos es
ajeno, sino casi familiar, porque casos así aparecen cada día delante de
nuestros ojos frente al televisor. A pesar de que el argumento tenga su
interés, el producto final no engancha, sino que más bien aburre y la
reconstrucción documental que se hace ya la hemos visto no una sino un
buen puñado de veces. El director, además, carece de talento para contarlo
mejor. Aún así, la cinta puede optar a la Concha de Oro y pasará por los
ojos críticos de un jurado que este año forman Jean Moreau (una de las
primeras estrellas en aterrizar aquí), Bruno Barretto, Isabel Coixet, Sara
Driver, Bruno Ganz, Manuel Gómez Pereira y José Saramago.
Entre la borrachera cinematográfica que padeceremos estos días destaca
la sección Zabaltegi, que siempre da sorpresas agradables y que ayer
acogía la proyección de «Babel», dentro de la sección «Perlas». Cannes ya
supo premiar la cinta de González Iñárritu, tan buena como inteligente,
aunque no llega a la altura de sus precedentes, «Amores perros» y «21
gramos». El director, que cuenta con la complicidad inestimable de un
guionista como Guillermo Arriaga, consigue el ritmo mediante el
entrecruzamiento de varias historias que transcurren en cuatro puntos
diferentes, historias en las que el espectador trata de adivinar cuál va a
ser el nexo que las una: un matrimonio en crisis al que la distancia une
en el desierto; el silencioso mundo de una niña sordomuda unido a su
despertar sexual, o el mundo fronterizo de los ilegales. Un microcosmos a
través del que mostrar las diferencias sociales, la incomunicación, la
insolidaridad…, una Babel auténtica de la que todos formamos parte.
Diez días dan para mucho. Además de ver cine, unas veces mejor, otras,
peor, en el Festival se entregarán los Premios Donostia, que este año
recogerán el veterano Max Von Sydow, con una amplísima carerra a la
espalda, y Matt Dillon, que sí recordamos que formaba parte del cartel de
«La ley de la calle», de 1983, dirigida por Francis Ford Coppola, y poco
más, a pesar de la cantidad de títulos que tiene a sus espaldas.
El argumento tiene su interés, pero el producto final no engancha y su
reconstrucción documental está más que vista
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