Iñárritu suda la camiseta en San Sebastián

El director mexicano presentó ayer «Babel» en el Festival, que define como

La Razón, 22-09-2006
Carmen L. Lobo Después de abrir fuego en la sección oficial con «Ghosts», una película

que da susto (y no precisamente por motivos sobrenaturales) sobre las
duras condiciones que padecen hoy los emigrantes chinos ilegales en Gran
Bretaña, el certamen inauguraba también ayer la edición Perlas de otros
festivales con «Babel», ese filme duro y compacto como una piedra que
veremos en España a partir de diciembre y con el que aquí continuamos la
juerga. Porque, aun cuando deje en la boca un gusto ligeramente dulzón,
las hace pasar también canutas al respetable durante los 140 minutos
largos que dura la cinta. González Iñárritu, autor de este excelente
trabajo con el que obtuvo en Cannes el premio a a la mejor dirección,
visitó San Sebastián para confesarnos que, en el fondo, el galardón le
llenó de orgullo, «pero, también, de humildad». Dice el mexicano González
Iñárritu que el rodaje de «Babel», protagonizada por Brad Pitt, Cate
Blanchett y Gael García Bernal (una lástima que ninguno de ellos se sumase
a la visita), duró casi un año y, que aun cuando al principio «la idea
giraba más alrededor de la diferencia y esa fractura que se ha producido
actualmente de la comunicación entre los seres humanos, en todos esos
países que fuimos visitando (la cinta transcurre en Marruecos, México, EE
UU y Japón) descubrímos a personas que nos acogían generosamente, de
corazón, de ahí que me transformase y acabara profundizando en otro
concepto, la empatía. De hecho, Babel es una película sobre la
compasión, la que yo sentí por los personajes, ya fuesen de un lugar o de
otro. Hemos perdido la capacidad de compadecernos. Y aunque Tolstoi
afirmaba que las familias comparten una felicidad común, yo creo que
estaba equivocado. Para mí es justo lo contrario: lo que nos une es el
dolor».
«Babel» supone la última parte de la trilogía que
González Iñárritu arrancó con «Amores perros» y prosiguió en la
esplendorosa «21 gramos», de ahí que compartan esa estructura de
historias paralelas que se cruzan y convergen en un momento determinado.
Sin embargo, «Babel» es la más lineal, la menos complicada en ese sentido
para el espectador. Con todo, hasta Cannes los actores no se vieron las
caras… Aunque la película posee un mensaje político y social, como el
propio realizador confirma, estas cuatro historias rodadas en cinco
idiomas «comparten el que son íntimas y tratan de padres e hijos. Unas
historias que no se subordinan a la forma, sino que cada una encuentra su
propia manera de ser narrada».
Director bendecido a partes
iguales por la crítica y el público, Iñárritu trabaja desde hace unos años
en EE UU, y asegura que jamás se arrepintió de abandonar México: «En tanto
artista, me parece muy importante dejar tu país, tu zona de confort,
sumergirte en otra cultura, cuestionar asuntos que antes dabas por
sentado. EE UU es una nación muy compleja, una orgía cultural bastante
interesante; sobre todo, en mi caso, puesto que pasé del tercer mundo al
primero, lo que fue fácil. Pero me ha enriquecido mucho. La cultura se
hace de la diversidad, de ahí que, a mi juicio, la emigración no sea un
problema, ya que está en nuestra propia naturaleza movernos».
rituales de humillación
Y añade en este
sentido que las verdaderas fronteras «no son las físicas, sino las que
levantamos dentro de nosotros mismos. Resultan más altas todavía, y fueron
construidas por la familia, por los políticos, las religiones… Desde el
11 – S existe una paranoia que observa la otredad como si fuese un delito,
por eso asistimos en las aduanas a unos rituales de humillación con
quienes son diferentes, algo que se ve como un pecado y una amenaza». Y
reitera que ni siquiera Hollywood ha podido con él y su manera de entender
el cine, quizá porque «en EE UU existen productores de todo tipo. Me gusta
desarrollar mis propios proyectos, y siempre encontré en aquel lugar a
gente para poderlo hacer, a los aliados precisos que apoyaron mi voz. Y
trabajé con ellos, no para ellos. Es más, nunca, ni en EE UU ni Europa, me
han cambiado una sola palabra. Allí encontré respeto y apoyo, aunque luego
cada uno elige sus metas. Si decides realizar una obra de doscientos
millones de dólares es porque tú quieres. Quizá alguna vez me alquile,
pero debe divertirme el proyecto. En cuanto a sus planes no suelta
prenda: «El mayor reto es no hacer nada. No obstante, me rondan algunas
ideas…»
Para el realizador mexicano «lo que de verdad une a
los seres humanos es el dolor; hemos perdido la capacidad de compadecernos»
«Nunca, ni en Estados Unidos ni en Europa, me han cambiado una coma.
Siempre he encontrado respeto y apoyo»

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