Una coreografía torpe aderezada con música jazz en directo, maletas de cuero, trajes de chaqueta estilo años veinte y bailarinas con ropa interior negra fue el aperitivo de una gala enmarcada en un escenario blanquiazul y repleto de espejos, con la inevitable escalinata en la presidencia. Por ella desfilaron los primeros protagonistas de esta edición del Zinemaldia.

La periodista Edurne Ormazabal y la actriz Marisa Paredes hicieron los honores. Ambas condujeron una ceremonia con carácter festivo en la que se mezclaron declaraciones emotivas con mensajes teñidos de conciencia social.

El cineasta David Trueba fue el primero en bajar los peldaños. Con palabras tranquilizadoras y tono jocoso, afirmó que él “sí había pasado el examen de masa corporal exigido para poder desfilar” en alusión a la polémica que rodea a la Pasarela Cibeles, si bien en seguida cambió de registro para presentar la retrospectiva de Ernst Lubitsch, a quien calificó “maestro de la comedía”.

Barbet Schroeder, otro de los protagonistas de las retrospectivas de este año, tomó el testigo. El poliédrico cineasta habló en un castellano cuasi perfecto, fruto de sus años de infancia en Colombia, país al que regresó recientemente para rodarLa Virgen de los Sicarios . Alabó la trayectoria de Lubitsch y afirmó que le “asusta” tomarse “en serio las retrospectivas de uno de los mejores festivales del mundo”. A su juicio, lo mejor es “pensar en el presente y en el futuro inmediato”.

latinos y premios Alejandro González Iñárritu, que inauguró la sección de Zabaltegi conBabel , cinta por la que ganó el Premio al Mejor Director en Cannes, confesó sentirse un “privilegiado” por estar en el Zinemaldia. “Siempre miento y digo que me apellido Iñárritu se debe a que mi abuelo era de Donostia, una de las ciudades más bonitas del mundo”, aseguró, ganándose el afecto del público.

Emma Suárez fue la encargada de introducir la sección Horizontes Latinos. Su aparición fue breve y sus declaraciones escuetas. Saludó en euskera y destacó la “vocación viajera” del cine. Al Cine en Construcción le puso rostro la actriz Ana Risueño, que habló sobre el sueño que persiguen quienes hacen películas: “llegar a los espectadores”.

Made in Spain fue introducida por Cayetana Guillén Cuervo, quien alabó el cine español y la labor que hace el Zinemaldia por que se difunda en pantallas extranjeras. “Muchos filmes han empezado en Donostia su recorrido internacional, porque aquí son visionados en versión original por espectadores extranjeros que luego las exportan”.

Klaus Eder, presidente de FIPRESCI, entregó el premio de este año a Volver , de Pedro Almodóvar. El director manchego no estuvo presente y habló desde Los Angeles, y el premio lo recogieron su hermano, Agustín Almodóvar, y las actrices Lola Dueñas y Yohana Cobo.

Marisa Paredes dedicó unos minutos a la memoria de Toni Galindo, fundador de Art&Ma;ña y autor de la gran mayoría de los últimos carteles de Zinemaldia. “El rodaje con él fue algo mágico, demostró que es un genio, lleno de creatividad y amabilidad, uno de los mejores diseñadores gráficos de su generación”, declaró la protagonista del cartel de este año, la última creación de Galindo.

sueños Un vídeo presentó las trayectorias de Max Von Sydow y Matt Dillon, los Premio Donostia. Y Carlos Iglesias, director y protagonista de Un franco, 14 pesetas , introdujo la retrospectiva Emigrantes, en la que se proyectarán 30 filmes.

La presidenta del Jurado Oficial, Jeanne Moreau, pronunció el discurso final. Descendió las escalinatas vestida de blanco y tan sólo arropada por los aplausos de los asistentes. Recordó las palabras de Orson Welles, quien afirmó que “el cine es un mundo lleno de sueños”. La actriz señaló que esos sueños pueden llegar a transformarse en pesadillas, pero que el cine “siempre ha sido el espejo del mundo”. “Es un arma pacífica que puede ser útil en cierto sentido. Soñemos con la compasión, la libertad y, por qué no, con el amor”. Paredes y Ormazabal despidieron la gala con la presentación del equipo de Ghosts , cinta que se pasó a proyectar, deseando a todos “un intenso viaje cinematográfico sin fronteras”.