La inmigración está relacionada con la ayuda de todas clases a los países pobres. Una de ellas es la educativa. Y ahí nos tenemos que poner un suspenso en España. Según los compromisos alcanzados hace seis años, tendríamos que multiplicar por cinco los 55 millones que aportaremos este año. Así lo revela el Banco Mundial y el FMI de Rato, dejando a España como el decimonoveno país en estas generosidades obligatorias para la educación de países a fin de que se completen y se desarrollen por sí mismos. No podemos dejar de hacernos cargo de este peso moral. Formamos parte de un grupo olvidadizo en este sentido: EEUU, Alemania, Italia y Japón, con España, aportan menos del 20% de la cuota equitativa estipulada. La Plataforma Educación para Todos, Intermón Oxfam y maestros de más de 150 países nos lo recuerdan. Oigámoslos.