FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIAN
Simplemente correcto docudrama sobre inmigrantes chinos
El Mundo, 22-09-2006CARLOS BOYERO. Enviado especial
‘Ghosts’, pese a su apreciable verismo y a sus buenas intenciones, no despeja las dudas sobre el nivel de la Sección Oficial, el pasado año intrascendente y leve SAN SEBASTIAN – Escucho demasiadas veces y en demasiados sitios declaraciones de los responsables de este festival asegurando que este año nos va a complacer mucho su programación. Tanta insistencia resulta sospechosa. Ojalá que sus pronósticos se basen en datos creíbles. También lamentan que no vayan a personarse excesivas estrellas, con el magnetismo que ellas aportan pero aseguran que su apuesta descansa fundamentalmente en el protagonismo del buen cine.
El año pasado, la Sección Oficial fue de una levedad alarmante. Y entiendes que la competencia es muy dura para conseguir las películas que desean y que el poderío ancestral del Festival de Venecia o la legítima ambición de nuevo rico que atesora el incipiente Festival de Roma pueden privar a San Sebastián de los frutos más sabrosos en la cosecha del año.
Esperemos que, a pesar de esas limitaciones, hayan conseguido auténticos descubrimientos y películas solventes de directores con currículum. Con la sección de Zabaltegui no habrá problemas de calidad ya que, en gran parte, ésta viene contrastada de su exhibición en otros festivales. Y será imposible sentirse decepcionado ante la antología que dedican al maravilloso cine de Lubitsch. Tambien será estimulante revisar la heterodoxa obra un director tan inquietante como Barbet Schroeder. Pero se juegan el prestigio con la siempre arriesgada Sección Oficial. Tuvo un nivel más que aceptable en la última edición de la Mostra. Esperemos que los muy depredadores no se quedaran con la parte del león, que dejaran cine interesante para que compita en San Sebastián.
Los organizadores han inaugurado la Sección Oficial con la bienintencionada Ghosts, que dudo que tenga la menor capacidad para volver loco de entusiamo a cualquier cinéfilo con criterio. La dirige, con vocación de docudrama y esforzada veracidad, el inglés Nick Broomfield. Reconstruye hechos tan reales como intolerables, como la impune muerte por ahogamiento en una playa de Inlaterra de 23 inmigrantes ilegales chinos que estaban recogiendo marisco.
Broomfield, antiguo documentalista, habla de las infinitas mafias que explotan hasta extremos esclavistas a gente que ha tenido que largarse de su país porque las cosas están muy crudas y porque tienen la esperanza de ganar un dinero que alivie a sus familias. Todo dios saca tajada de estos desgraciados. Desde la organización china que les saca del país y les engaña sobre sus condiciones de trabajo después de que estos parias hayan contraído con ellos una monstruosa deuda económica, a los funcionarios corruptos que cierran los ojos sabiendo que su identidad está falseada, los patronos que les contratan a precio de saldo y los que les alquilan a precio salvaje guaridas en las que sobreviven hacinados.
El director consigue que llegues a creer que esa gente no está interpretando, la sensación de que una cámara oculta está filmando situaciones y personajes que pertenecen a la vida misma. Y lo que plasma, aunque podíamos imaginar las horrorosas condiciones de supervivencia de esa gente esclavizada, es duro de ver y de oír. Pero ese efecto dramático no dura mucho tiempo en la memoria.
Está bien que alguien nos cuente las barbaries que se cometen con gente que tenemos al lado y que es utilizada para enriquecer a la sórdida economía sumergida, pero ese agradecible verismo y esa necesaria denuncia tampoco me conmocionan excesivamente. El arranque del festival ha sido digno, tibio y olvidable.
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