FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIAN / Nick Broomfield abre el Zinemaldia más social con 'Ghosts', un emocionante docudrama sobre la inmigración / El reparto incluye a víctimas reales de las mafias de personas

«La esclavitud tradicional la abolimos hace 150 años, pero no hemos avanzado tanto»

El Mundo, 22-09-2006

BORJA HERMOSO. Enviado especial

SAN SEBASTIAN.- El Festival de Cine de San Sebastián podía haber apostado por la vertiente escapista del cine y haber arrancado con una comedieta o con un thriller de sangre, sudor y kleenex. Pero lo ha hecho por la faceta concienciada de este arte que, además de eso, y por si a algunos se les había olvidado, es uno de los medios de comunicación más potentes inventados por el hombre.


Por eso, la elección de Ghosts (Fantasmas) por parte de los organizadores como película inaugural responde a una intención no explícita, pero no por ello menos cristalina: utilizar la sección oficial del Festival para hablar de cosas que pasan en el mundo y lamentar algunas de ellas. Tan sencillo como eso. No es casualidad, con la que está cayendo en forma de pateras y cayucos, que uno de los ciclos paralelos programados este año en San Sebastián lleve por título Emigrantes.


Y el primer blanco de este cine – denuncia, o como se le quiera llamar, han sido las condiciones de vida de los inmigrantes ilegales. Así, a secas, porque la película del realizador británico Nick Broomfield narra con sudoroso pulso de docudrama el calvario concreto de los inmigrantes chinos que llegan a Inglaterra y caen en manos de las mafias que se presentan como benefactoras. La vocación del filme no es otro que el de lamentar en imágenes el calvario general (personal, político, económico) que hay tras cada emigrante.


Concienciación


Broomfield (conocido por la película Kurt and Courtney, sobre la vida de los músicos Kurt Cobain y Courtney Love) estudió Ciencias Políticas y Leyes antes que cine. Y se le nota. Su nivel de concienciación, casi de militancia, en el caso que le ocupa en Ghosts, es notable, pero también argumentado. «Con esta película», explicó ayer a su paso por San Sebastián, «estamos hablando de esclavitud moderna. La tradicional la abolimos hace como 150 años, y nos sentimos muy orgullosos de eso, pero la verdad es que no hemos coneguido avanzar mucho».


Tras la primera proyección pública de su película (en un principio realizada para la televisión Channel 4), Broomfield reconoció que espera que Ghosts «sea un reconocimiento de la codependencia que tenemos entre nosotros y los inmigrantes. En Gran Bretaña hay más de tres millones y medio y son el motor de nuestra industria alimentaria, por ejemplo. Está claro que, sin ellos, la economía británica no podría funcionar como lo hace ahora. Pero no existen leyes que reconozcan esa codependencia, así que toda esta pobre gente sigue y seguirá controlada por las mafias».


Broomfield es uno de los más experimentados realizadores de documentales del Reino Unido, y algunos de sus trabajos como Persiguiendo a Maggie (vitriólico retrato de Margaret Thatcher) o El líder, el chófer y la mujer del chófer (sobre el ultraderechista sudafricano Eugene Terreblanche) influyeron decisivamente en el que hoy es estrella indiscutible del género: Michael Moore. Además, sentaron cátedra en lo que algunos críticos han dado en llamar La escuela de los nuevos egotistas. Es decir, directores de cine que se filman a sí mismos en plena peripecia.


Nada de eso ocurre en esta ocasión, porque Ghosts, en la que no aparece ni de lejos su director, tiene como protagonistas a actores que no lo son. Mejor dicho, a actores que hacen de ellos mismos. A víctimas. La conmovedora Ai Qin Lin es el centro de esta historia real que evoca la muerte de 23 inmigrantes ilegales chinos en la bahía de Morecambe, costa norte de Inglaterra, el 5 de febrero de 2004, cuando mariscaban en busca de berberechos. Ai Qin sobrevivió a la tragedia y, tras ser contactada por Broomfield en una iglesia china de Londres, aceptó ser la protagonista cinematográfica de su propia historia.


Lo único que le pidió el director fue que interpretara su propio papel «a partir de mis propias emociones». «Yo no tenía confianza en mí misma para hacer esto, pero mi experiencia real me ayudó a sacar y mostrar mis emociones en la película». Ai Qin aparece llorando en varios pasajes de la película. No hizo falta que le restregaran cebollas para arrancarle artificiales lágrimas; bastó con recordar los seis meses de viaje infernal que le llevaron a Inglaterra, el bebé abandonado forzosamente en China y la tragedia en la que perecieron ahogados muchos de sus amigos. «Lloraba todo el tiempo. Sólo interpreté lo que sentía en la vida real. Nunca olvidaré esta experiencia».


Este sobrecogedor docudrama , que fue recibido ayer con una gran ovación tras su proyección en el Kursaal, se ha debido en gran parte a la insistencia de la periodista china afincada en Londres Hsiao Hung Pei, que antes de escribir en las páginas del diario The Guardian fue a su vez una inmigrante ilegal. «Fue ella quien, con su serie de artículos sobre las condiciones de vida de los ilegales, nos convenció para hacer esta película», confesó Broomfield.


«El casting de la película fue una pesadilla», reconoció el director británico, quien explicó cómo, antes de confeccionar el reparto, contactó y entrevistó a multitud de inmigrantes sin papeles. Incluso uno de los personajes de Ghosts, el interpretado por el actor novel Zhe Wei, convivió durante semanas con otros clandestinos: «Cuando me ofrecieron el papel, hice una especie de investigación encubierta por mi cuenta. Conviví con los inmigrantes ilegales, conocí a los mafiosos y las casas donde hacinan a los clandestinos… Todo ha sido para mí una experiencia extraordinaria».


Como deja claro el mensaje final de Ghosts, los familiares de los muertos de Morecambe Bay siguen hoy haciendo frente a las amenazas de los prestamistas que les dejaron el dinero para aquel viaje maldito. «Las hermanas de algunos de aquellos emigrantes han tenido que prostituirse para poder pagar. La situación de estas familias es desesperada. El Gobirno británico se ha negado en redondo a colaborar con ellas». Palabra de Nick Broomfield.

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