Del Director. El eufemismo de la saturación

"¿Dónde se han metido aquellas ONG tan valientes? ¿Se han vuelto ciegas?"

Canarias 7, 21-09-2006

Francisco Suárez Álamo / Director de CANARIAS7

Mientras en Madrid unos cuantos siguen dándole vueltas al 11 – M, a la soledad del Partido Popular y a si es lícito que a las modelos de la Pasarela Cibeles se las haga pasar por la báscula antes de dejarlas desfilar, por aquí abajo, un poco más al sur, seguimos preguntándonos por qué le cuesta tanto al Gobierno central reconocer que en materia de inmigración está absolutamente desbordado y que los centros de inmigración están colapsados. Las imágenes dicen más que mil palabras y las dichas por el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, se cayeron por su propio peso cuando se vieron las instantáneas de los centros de retención, que sufren un overbooking lógico si se tiene en cuenta que se preveía una menor afluencia de personas y se contaba, sobre todo, con una rapidez en las repatriaciones que, ni de lejos, se está produciendo.

Si de verdad queremos convencer a la Unión Europea de la necesidad, y también la obligación, de que se implique hasta el fondo en este problema y eche una mano a una región que para algo es comunitaria, de nada vale ir por la vida poniendo paños calientes. Bruselas se sensibilizará si le trasladamos la dimensión real del problema y no si intentamos maquillarlo con el eufemismo de que los centros están saturados pero no colapsados.

Pero no terminan ahí los efectos colaterales de la reciente visita de los mandos de Interior. Habrá que preguntarles quién dio la orden de que no se vieran con nadie del Gobierno de Canarias. ¿Es una consigna o es una cuestión de alergia? Vale que la seguridad es competencia estatal, pero vale también que cuando se está desbordado, toda ayuda es buena y en lugar de sobrar manos, faltan. Incluir en la agenda de los altos mandos de Interior un encuentro con una representación del Ejecutivo de Adán Martín no habría supuesto una claudicación, sino una escenificación de que se trabajaba en la misma línea y que, en consecuencia, el ciudadano podía confiar en sus gestores públicos. Ahora, sin embargo, lo que tenemos es motivos más que suficientes para sospechar que la política entendida como el arte de ganar las elecciones se ha cruzado por el camino y lo que importa no es hallar soluciones, sino impedir que se las anote el rival político.

Por último, un apunte a cuenta de lo que estamos sabiendo de los centros de retención y de las imágenes que, procedentes de Canarias, empiezan a dar la vuelta al mundo: ¿dónde se han metido las organizaciones no gubernamentales? ¿Dónde están aquellas ONG valientes que en su día pusieron el grito en el cielo por el hacinamiento en la antigua terminal aérea de Fuerteventura? ¿Es que se han vuelto ciegas o es que no quieren ver? ¿Es que se han quedado mudas? ¿O es que alguien ha comprado su silencio? El silencio de los cómplices, por supuesto.

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