¿Y si probáramos a debatir de lo que importa?
La Voz de Galicia, 20-09-2006(Firma: ROBERTO L. BLANCO VALDÉS )
RESULTA extraordinario constatar que el más grave problema con el que, desde hace una década, se enfrente este país – el de la inmigración – haya producido mucho menos debate público que la peregrina cuestión de si Cataluña es una nación o la no menos fabulosa de si España es una o trina.
Ha sido esa ausencia de un debate informado y reposado, no urgido, como el actual, por la necesidad de hacer frente a una explosiva situación o por las urgencias partidistas de utilizarla demagógicamente para sacar tajada electoral, la que explica, a fin de cuentas, que apenas hayamos hablado de verdad – pues hablar no es vociferar ni insultar al discrepante – sobre algunos de los evidentes desafíos de un fenómeno que ha afectado en los últimos años a España como a ningún otro país.
Resulta, así, increíble que todavía no se haya aceptado de modo general que la combinación entre inmigración clandestina y regularización de ilegales produce un efecto llamada incontenible. No hay más que ver las condiciones de vida de los países que suministran a las mafias su carne de cañón para entender que la de la huida, aun sin estímulo, constituye allí una tentación irresistible. Si, además, existe el estímulo de un país en el que es fácil entrar, y quedarse más fácil todavía, la riada está servida.
Casi nadie parece considerar, en todo caso, que la multitud de pobres gentes, venidas en época de bonanza, seguirá aquí cuando cambie el ciclo económico y aparezca, avisando o sin avisar, la recesión. Muchos de los llegados serán entonces los más débiles para hacer frente a la nueva situación, por su falta de cualificación laboral o sus problemas de idioma, y perderán sus empleos, pero no, como es obvio, los derechos que, como ha de ser, tienen garantizados por la ley (a la prestación de desempleo o a las prestaciones sanitarias), lo que podría poner al sistema en una situación muy comprometida.
Ello vendría a añadirse, en todo caso, a una ominosa situación – la ya existente – sobre la que sabemos muy poco para vergüenza nuestra y de nuestras autoridades: la de las condiciones laborales y vitales de cientos de miles de personas que han entrado ilegalmente para convertirse de inmediato en mano de obra explotada por empleadores sin escrúpulos que quieren pasar por benefactores de la humanidad.
Es urgente debatir sobre éstas y otras cuestiones primordiales, que afectan a la vida y a la dignidad de cientos de miles de personas, antes de que se nos echen encima las elecciones catalanas y comencemos de nuevo a marear las opulentas ensoñaciones de un puñado de políticos bien acomodados que no ven más allá de sus poltronas.
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