Más de medio millar de inmigrantes clandestinos alcanzaron las costas españolas entre la tarde del lunes y el día de ayer. A los 303 subsaharianos arribados a Canarias se sumó una inesperada avalancha de veinte pateras que, en unas horas, llevó a más de 200 magrebíes hasta el litoral de Almería y Granada. Se trataba de la mayor oleada recibida en Andalucía este año, pero parece que lo peor estaba por llegar: al cierre de esta edición, un helicóptero del Servicio de Vigilancia Aduanera había avistado ocho nuevas embarcaciones y la Guardia Civil temía que esta cifra se elevase hasta la treintena.

La frenética jornada de pateras en el sur de la Península arrancó a las 14.00 horas del lunes, cuando se apresó la primera. A partir de ahí, los responsables de Salvamento Marítimo no pararon de recibir avisos de buques y pesqueros que navegaban por la zona, así como de los radares del Servicio Integral de Vigilancia Exterior (SIVE). Diecinueve embarcaciones llegaron a la provincia de Almería y la vigésima – con 66 ocupantes, entre los que había ocho menores – fue interceptada frente a la localidad granadina de Motril. El subdelegado del Gobierno en Almería, Miguel Corpas, explicó que estas barcas han seguido la misma ruta que se utilizaba el pasado otoño y descartó que un buque lanzadera pueda haberlas remolcado, ya que el SIVE lo habría detectado.

La patera de Motril puso en un aprieto a los responsables de Bienestar Social, ya que los centros de menores granadinos están «al límite». De hecho, cinco de los menores fueron trasladados a Almería, aunque ha habido que albergarlos en alojamientos provisionales.

En Canarias, se interceptaron cuatro cayucos, todos ellos en Tenerife. En el pasaje figuraban varios menores, aunque las autoridades no precisaron su número.