Canela Fina. Vivir del cuento
«La decencia está también en cumplir con las obligaciones propias en todas las partes del territorio del Estado, también en Canarias»
Canarias 7, 19-09-2006Tarde o temprano tendrán que dejar de vivir del cuento. De lanzar su supuesto humanitarismo a la cara de los demás como si sólo ellos estuvieran capacitados para experimentar sensibilidades de tal categoría y agazaparse tras el buenismo para ocultar la incompetencia que es fruto de la falta de capacidad para ejercer la autoridad, que no necesariamente tiene que derivar en autoritarismo.
Claro que tras la inmigración irregular hay un problema humanitario. Y porque lo hay deberían poner los medios necesarios para que no se produzcan situaciones de riesgo. Para los sin papeles y para todas aquellas personas encargadas de atenderlos. Pero también hay otros problemas que no se arreglan dándose ahora golpes en el pecho por el Tercer Mundo y son los que la sociedad canaria reclama que sean resueltos de inmediato.
¡Benditos socialistas! Alabado sea José Luis Rodríguez Zapatero. Resulta que Caldera ha encontrado un actitud ética en las comunidades autónomas del Estado español, al parecer dispuestas a acoger un cupo de menores inmigrantes por determinar. Cabe pensar que tal acogida no es cuestión de ética, pero el ministro prefiere esta visión moralista de las cosas a tener que apechugar con la responsabilidad que supone el hecho de que estos menores no se hayan materializado por arte de birlibirloque en la Comunidad Autónoma de Canarias, sino que han traspasado la frontera española y es el Estado el que debería hacerse cargo de ellos y repartirlos por las restantes comunidades autónomas. ¿Qué las competencias son autonómicas? Pues que modifique la ley y en lugar de mendigar solidaridad para Canarias a las autonomías ejerza directamente la responsabilidad que es claro le corresponde.
Porque las leyes están para servir al interés general y si no sirven para este fin lo ético, lo estético y lo funcional es cambiarlas. Es más fácil agitar el fantasma de la extrema derecha, ir a la caza de despendolados militantes del PP en las manifestaciones o seguir alimentando la venganza histórica de la Guerra Civil que la Transición dejó en suspenso. Seguro que sí. Pero no es eso lo que demanda la sociedad española, a cuyos intereses sirve muy poco banderas democráticas como las que se agenciaron con las primarias para darle a las narices a la derecha y que se han convertido en el hazmerreír nacional.
¿Qué España es más decente desde que llegaron al poder los socialistas? Yo diría que la decencia no está sólo en defender los derechos individuales – matrimoniar a los gays o cubrir con dinero público las operaciones de cambio de sexo – sino también en cumplir con las obligaciones propias en todas las partes del territorio del Estado, también en Canarias, obtener el respeto y la colaboración internacional y deshacerse de cualquier obstáculo – legal, electoral, ideológico o partidario – que impida la realización del interés general.
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