TRIBUNA

Zapatero y las pateras

Las Provincias, 19-09-2006

Parece que la política en materia de inmigración que está llevando el Gobierno de Rodríguez Zapatero no sea la más adecuada. Ya nos avisaron todos los Gobiernos europeos que la política de tabla rasa no era la más apropiada. Todo era cuestión de tiempo para que ocurriera lo que está ocurriendo en nuestro país. Las consecuencias del efecto llamada, de las que fuimos avisados e incluso amonestados, no se han hecho esperar. Y después de todo ello, ahora se rasgan las vestiduras.

Mal deben de andar las cosas, cuando ha tenido que intervenir la vicepresidenta del Gobierno, Fernández de la Vega. Imitando a Zapatero, en el mismo tono y con el mismo énfasis con los que nuestro presidente se trasladó a Galicia para asumir responsabilidades, nuestra vicepresidenta ha manifestado su voluntad y su convicción para ser inflexible con la inmigración ilegal y solucionar el problema.

Qué ingenuidad la que tienen estos socialistas. Ellos solos se crean los problemas, y luego se ponen a resolverlos. Y encima pretenden convencernos que son los salvadores del mundo. No sabemos a quién quieren engañar. Tan grave es intentar engañar a los demás como engañarse a sí mismo. Y esto es lo que nos parece que esta pasando. Estamos viviendo realidades diferentes. Por una parte está la realidad que vivimos y percibimos una gran mayoría de ciudadanos; y por otra está la realidad virtual en la que viven un número importante de dirigentes socialistas en el Gobierno.

El progreso de una sociedad viene marcado por el equilibrio entre lo que sucede en la realidad y lo que las personas queremos que suceda o nos gustaría que sucediera. Este equilibrio entre la realidad y los sueños de las personas hace que las cosas cambien. Esta es la dinámica normal de todo progreso. Pero lo que no resulta adecuado es el discurso de la ficción, de la virtualidad o simplemente de la demagogia.

Naturalmente que una inmensa mayoría de ciudadanos de bien defendemos que todas las personas tenemos la misma dignidad; naturalmente que todas las personas de bien defendemos la igualdad de derechos entre los seres humanos; naturalmente que todos los españoles y valencianos de bien tenemos una conciencia ética y una sensibilidad social para comprender los problemas de origen de los emigrantes. Naturalmente que el conjunto de ciudadanos queremos que todo el mundo viva mejor, en paz y en libertad. Todo ello es lo que gustaría que sucediera; todo ello es lo que nos debe impulsar a seguir esforzándonos y trabajando para lograr un mundo mejor; todo ello es un sueño necesario para seguir avanzando y construyendo una sociedad más justa. Decía Anatole France que la utopía es el principio de todo progreso y el diseño de un porvenir mejor. Y es verdad que en la vida, y sobre todo en la política, las personas necesitemos tener cierta dosis de utopía.

Pero todo ello tiene que tener también un componente de responsabilidad. Sobre la base de todos estos valores no podemos arrastrar a las personas a un futuro incierto que puede, incluso, acabar con su vida. Las políticas que favorecen la proliferación de pateras y las avalanchas; las políticas que colaboran la creación de mafias organizadas que trafican con seres humanos; las políticas que fomentan crecimientos demográficos desorganizados son políticas que, no sólo son inadecuadas, sino que son también irresponsables.

La inmigración y la multiculturalidad de nuestra sociedad son fenómenos que todos tenemos asumidos. Lo que no podemos permitirnos es que algo que puede generar beneficios para todas las personas en su conjunto, se convierta en un grave problema para la sociedad. Es nuestra obligación acoger e integrar a las personas inmigrantes, pero también es nuestra responsabilidad regular y hacer las cosas de manera ordenada.

Por ello, es nuestro deber acercarnos a la realidad. Y esta realidad es que la oportunidad que se le ofrecía a esta sociedad para integrar ciudadanos de otros países y de otras culturas, para poder seguir progresando y avanzando, se está convirtiendo, en este momento, en un grave problema.

Pero si la política del control de la inmigración del Gobierno socialista es inadecuada e irresponsable, la respuesta a los problemas de educación, sanidad o de atención social de las personas que han llegado es también muy poco sensible. En este sentido, el Gobierno de la nación ha hecho una verdadera dejación de sus responsabilidades y ha delegado en las comunidades autónomas la solución y la financiación de estos problemas. Si las personas inmigrantes tienen atención sanitaria, educativa o asistencia social, es porque las comunidades autónomas se las está ofreciendo.

El apoyo que la Comunitat Valenciana esta recibiendo del Gobierno de la nación para poder atender adecuadamente a estas personas es nulo. Es el esfuerzo y la solidaridad de todos los valencianos el que está haciendo posible que estas atenciones sean posibles.

Esta es la política de Zapatero. ¿O será política de patera? Ustedes dirán.

  • El Colectivo Ágora está integrado por un grupo de profesionales de la sanidad, entre los que se encuentran M. Sancho , médico; I. Gómez , farmacéutica; D. Pruine , enfermera; R. Molina , médico; C. Blasco , enfermera; A. Villanueva , farmacéutico; C. Nebot , médico, y otros.
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