Cuatro meses para «pagar» un cayuco

Mass Ba, un conductor de Dakar, lleva desde la primavera ahorrando para

La Razón, 18-09-2006

dakar (enviado especial) – Las oportunidades de subsistencia de muchos
senegaleses pasa por «colar» en Europa a alguno de los miembros de la
familia. Pero no es fácil. Hacerlo cumpliendo todos los trámites
burocráticos es demasiado complicado, y lo fácil es coger el peligroso
atajo de los cayucos. Algunos de los aspirantes son ya demasiado mayores
para poder enfrentarse a una semana en alta mar y, por ello, «delegan» en
sus hijos. Éste es el caso de Mass Ba, un ciudadano senegalés que lleva
mucho tiempo ahorrando para poder pagar el «pasaje» de su hijo mayor, de
26 años de edad.
   Lleva, según cuenta, cuatro meses haciendo
apartes de su sueldo para poder cumplir su objetivo. Cree que el mes que
viene ya tendrá en su cartera los poco más de 400 euros que cuesta hacer
la travesía.
   Su hijo no sólo está de acuerdo, sino que incluso
presiona a su padre constantemente: «¿Tienes ya el dinero?», le repite
machaconamente. «Mi hijo está listo», dice. Está ansioso por pisar suelo
español y, desde ahí, catapultarse hacia sus sueños sin echar la vista
atrás. Cuando haga fortuna, regresará a su tierra de vacaciones o para
invertir en algún terreno.
   Sin intermediarios
   Mass cuenta cómo es el proceso hasta que la nave se hace a la mar.
Asegura que cuando tomaron la decisión se acercó hacia el barrio de
pescadores, de donde parten buena parte de los intentos por alcanzar un
futuro que creen más digno. Allí, sin intermediarios de por medio, tanteó
a los pescadores para ver si tenían previsto echarse a la mar rumbo a
Canarias. Tras cerrar el acuerdo, sólo necesitaba tiempo para poder
conseguir el dinero pactado.
   Cuando se le pregunta si tiene miedo de
que su hijo pueda morir en alta mar sin haber cumplido su sueño no tuerce
el gesto. Lo que tenga que ser será: «Todo lo que pueda pasar lo dejo en
manos de Alá». Tiene las ideas claras y, asegura, su mujer también: «Ella
está de acuerdo con todo y confía en Alá».
   Mandar dinero
   Conoce poco de España, sólo sabe que
varios de sus familiares, amigos y conocidos que están en nuestro país
ganan dinero suficiente como para hacer la vida más fácil de los que se
han quedado en Senegal. De uno de sus familiares no sabe nada, tan sólo
que manda regularmente dinero a sus allegados. Del otro sí. Según le han
contado se dedica a la venta ambulante y, dependiendo de la época, a la
recogida de la fruta.
   Con la misma tranquilidad con la que ha
encomendado la vida de su hijo a Alá, Mass se sube en el autobús y se
aferra al volante. Lo coge con fuerza, sabedor de que de ahí saldrá el
dinero que necesita para mejorar la calidad de vida de los suyos. Su hijo,
si tiene éxito, le recompensará con creces. Da igual que tenga que ser a
costa de vender material falsificado en cualquier boca de Metro, o de
trabajar de sol a sol en la recogida de la fruta. Lo importante es que
lleguen los euros cada mes, como les ocurre a muchos de sus vecinos.
   

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