«Un día mi madre me dijo: 'hijo mío, sube a un bote'»
Diario Vasco, 18-09-2006BUREIMA HAMA/
Ibrahim, un senegalés de 25 años, es uno de los muchos candidatos a la emigración clandestina: «Un día, mi madre me dijo: ‘hijo mío, todos tus amigos se marcharon y mandan bastante dinero, tienes mi bendición, cuando se presente la oportunidad ¿sube a un bote!’».
Desde que su madre le animó a que diera el salto a Europa, ahorra moneda a moneda, come poco y encadena pequeños trabajos en la capital senegalesa para reunir los más de 600 euros necesarios para financiar su viaje hacia el archipiélago español de las Canarias.
«La vida aquí es muy dura. Las fábricas van cerrando una tras otra, la crisis se amplifica, no hay más trabajo…», enumera el joven, originario de Matam, una región desfavorecida del noreste senegalés.
Tras huir de la miseria que asola su poblado, Ibrahim se instaló en Dakar, donde trabajó de vendedor ambulante. Hoy en día trata de vender cuadros a los turistas en los alrededores de Sandaga, el mercado más importante de la capital.
Desde el pasado mes de enero, más de 23.000 africanos han llegado a las Islas Canarias, una cifra récord.
«He vivido en Burkina Faso, en Malí, donde daban facilidades para obtener una visa, pero perdí dinero y tiempo mientras que muchos otros jóvenes se subieron al bote», se queja. «El mar es mi último recurso, nadie me va a parar», jura antes de murmurar: «tengo contacto con los barqueros (que transportan a los inmigrantes hasta España); sólo es cuestión de semanas».
(Puede haber caducado)