Sucesos
Los clonadores de Chamberí
El Mundo, 18-09-2006PABLO HERRAIZ
La Policía ha asestado uno de los mayores golpes de su historia a las bandas que clonan tarjetas de crédito. Han detenido a tres personas en la calle de Galileo sospechosas de haber robado 1,5 millones de euros de cuentas bancarias francesas Los han detenido en Chamberí, pero su carrera delictiva se dispersaba por cualquier punto de Europa. Los miembros de esta banda especializada en clonar tarjetas de crédito operaban en Francia, Noruega, Suecia, Holanda… Hace pocos días, los agentes del Grupo XX de la Brigada Provincial de Policía Judicial arrestaron a tres de ellos en un piso de la calle de Galileo.
Las investigaciones comenzaron hace meses. Seguir el rastro de las tarjetas de crédito falsificadas es complicado, y en esta ocasión la pista provenía de Francia. Con la operación se han intervenido 2.250 tarjetas en uno de los golpes más importantes que la Policía ha asestado nunca a estas mafias. Los ladrones formaban parte de una banda muy especializada, a la que se ha intervenido los aparatos que utilizaban. Los detenidos son Héctor Fernando L.B., argentino de 27 años; Traian D., de Rumanía y 36 años; y Hernán Bolívar P.R., nacionalizado español y natural de Ecuador, de 35, según la Jefatura Superior de Policía.
El rumano era un miembro totalmente implicado en las operaciones de la banda, mientras que el argentino era un presunto colaborador. El español de origen ecuatoriano recibía aparatos electrónicos que la banda utilizaba para robar.
El sistema con el que consiguieron más de 1,5 millones de euros era complicado. En primer lugar conseguían tarjetas con banda magnética. No importa de dónde fueran esas tarjetas con tal de que tuvieran banda magnética. En esta ocasión, las 2.250 procedían de un supermercado de origen francés. Esas tarjetas sirven como soporte de almacenamiento para los datos bancarios.
Una vez conseguidas las tarjetas, a los ladrones les faltaba conseguir los datos de las cuentas corrientes. En esta ocasión, lo hicieron en Francia. Para que las tarjetas funcionen hacen falta dos cosas: copiar la banda magnética de una tarjeta de banco y el número secreto de esa tarjeta.
La banda la copiaban con la ayuda de un aparato llamado gata. El número secreto podían conseguirlo de distintas maneras. En Francia es obligatorio marcarlo cuando se realiza una compra con tarjeta, así que se aprovecharon de eso. Con la ayuda de algún cómplice en las tiendas, cambiaban los datáfonos (aparatos con los que se cobra) por otros manipulados y copiaban de una vez la banda y el código secreto.
Los detenidos trajeron a España esos datáfonos para descargar los datos en un ordenador y copiarlos a las tarjetas del supermercado. Prácticamente, todas las tarjetas intervenidas tenían apuntado con rotulador el número secreto. Los ladrones después iban a cajeros automáticos y sacaban todo lo que les permitía el límite bancario.
La cantidad que han podido robar sólo es aproximada tirando por lo bajo, pues las tarjetas pueden ser usadas varias veces con distintas cuantas corrientes.
Los agentes del Grupo XX sospechan que esta misma banda también perpetró un golpe en Suecia el año pasado. Entre los objetos incautados en la calle de Galileo había tres lectores grabadores de bandas magnéticas (gatas), dos datáfonos franceses, material informático y billetes de avión a Noruega y Alemania, por lo que se piensa que preparaban alguna operación en esos países.
Pero la sofisticación de estas bandas dedicadas a falsificar tarjetas llega mucho más allá. En España no se utiliza el número secreto para comprar en las tiendas, por lo que tienen otros sistemas para conseguir los datos bancarios. Arrancan piezas de cajeros automáticos simulando actos de vandalismo. Pero en realidad, lo que hacen es conseguir partes de esos cajeros para que sean reproducidas con toda exactitud en Rumanía y Bulgaria, pues estas bandas proceden casi siempre del Este de Europa. El Grupo XX de la Policía Judicial de Madrid es uno de los más especializados de España en este tipo de delincuencia. Los agentes de este grupo han intervenido numerosas piezas modificadas de cajeros electrónicos listas para ser utilizadas.
Por ejemplo, en el frontal del cajero, donde se introduce la tarjeta, ellos instalan una gata de tamaño pequeño. Ese frontal modificado vuelve a ser instalado en un cajero de Madrid. Cuando los usuarios introducen su tarjeta el cajero funciona con normalidad, pero la banda magnética ya está copiada.
El asunto del número secreto lo solucionan de varias formas. Una de ellas es mediante una cámara de punto, que apenas mide unos centímetros. Estas camaritas se instalan camufladas en los cajeros enfocando hacia el teclado. Cuando el cliente marca su número secreto, la cámara lo graba. Por eso, una recomendación policial es tapar siempre el teclado cuando se marca el número secreto. También se recomienda avisar a la Policía cuando se observen piezas sueltas o extrañas en un cajero.
Pero estas bandas siempre innovan para luchar contra las medidas de seguridad. Por eso, otra manera que tienen de conseguir el número secreto es modificando el teclado de los cajeros. Instalan microchips en las teclas que memorizan el número marcado. Un tiempo después, vuelven al cajero, recuperan la gata y pasan los datos de la banda magnética a un ordenador. Hacen lo mismo con el teclado y el número secreto. Esta versión española del skimming (nombre con el que se conoce el clonado de tarjetas) ha obligado a muchas entidades bancarias a incrementar las medidas de seguridad en los cajeros. No obstante, los delincuentes son muy hábiles y siempre innovan.
Los agentes del Grupo XX se han encontrado con casos en los que un detenido ha reconocido que detrás de su banda hay todo un grupo de ingenieros en Rumanía y Bulgaria que se dedica a reproducir piezas de cajeros automáticos a la perfección, sólo que con las modificaciones respectivas. Estas bandas no conocen las fronteras: han llegado a operar incluso en Australia.
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