LA VIDA MISMA, por Javier Elzo / Inmigrantes a la escuela

Diario Vasco, Javier Elzo, 17-09-2006

Hemos podido seguir en la prensa estos días la apertura del curso escolar. La cifra de alumnos inmigrantes en la red escolar vasca es del 4,5%, cifra inferior a la media española que supera el 8%. Aunque cada año tenemos, y tendremos, más alumnos inmigrantes. Este curso, en Euskadi, casi tres veces más que hace cuatro años. Así en el curso 2002 – 2003, en números redondos, eran 6.000, en el 2003 – 2004, 8.600, en el 2004 – 2005, 11.500, el pasado curso fueron cerca de 14.000 y en el que acaba de comenzar hay otros 2.500 más. Como decía justamente Imanol Zubizarreta, coordinador de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de la Escuela Pública de Gipuzkoa, Baikara, «la situación es imparable porque cada vez vienen más inmigrantes. Nos conviene hacer las cosas bien para lograr ser una sociedad integrada» (DV 08/09/06).

«Una sociedad integrada». He aquí un objetivo de primera magnitud en los próximos años para la sociedad vasca. Más allá de nuestros problemas domésticos, (¿porqué se empecinan en manchar el día de regatas con la kale borroka?) tenemos por delante el reto de integrar en nuestra sociedad a los inmigrantes. No podemos pretender que la escuela, ella sola, dé respuesta a una situación que concierne a toda la sociedad. Pero ya es importante que, desde la escuela, las chavales y chavales inmigrantes se sientan en casa, nos conozcan, sepan y aprendan nuestra forma de ser, nuestro idioma, nuestra cultura al par que nuestros hijos se abran a sus culturas, religiones, hábitos y sensibilidades distintas en un intercambio vital en el que aprendiendo unos de otros dejemos caer lo peor de cada uno y retener lo mejor de todos.

No nos engañemos, no es tarea fácil pues hasta en las bodas nos juntamos con los que nos son más cercanos. Pero las cosas que he leído estos días en la dinámica de nuestros centros educativos me alegran sobremanera. Nada de guetos de emigrantes en pocos centros sino buen equilibro de inmigrantes en diferentes centros y redes educativas. Los alumnos siempre cerca de sus padres. Prioridad absoluta a la convivencia sobre las calificaciones escolares que vendrán consecuentemente y, sobre todo, claustros de profesores que tomen el toro por los cuernos y elaboren un proyecto educativo acorde a la realidad de su alumnado y al entorno en el que están insertos.

Evidentemente el apoyo de la administración debe ser total. En pocas cosas nuestros impuestos estarán mejor utilizados que en hacer de un inmigrante de nacimiento un vasco de corazón. Hasta egoístamente hablando pues va en ello nuestra supervivencia como pueblo.

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