No le basta a Canarias la presión migratoria proveniente de la vecina África que también la más meridional de nuestras comunidades autónomas ha de recibir, en esta ocasión por plausibles razones humanitarias, a emigrantes asiáticos embarcados en condiciones muy precarias en vetustos navíos que no pueden ser dejados a su suerte si se cree en la dignidad del ser humano. Como se sabe, el pasado jueves llegó al sur de la isla de Tenerife un viejo barco con alrededor de 200 inmigrantes, probablemente paquistaníes en su mayor parte; 18 de ellos, en situación de gran debilidad, fueron desembarcados para proporcionarles asistencia sanitaria. Y los restantes, una vez que se ha comprobado que el buque no puede navegar, están siendo mantenidos a bordo con la idea de desembarcarlos rumbo al aeropuerto cuando se haya negociado su repatriación. El Ejecutivo central ha formado un ‘gabinete de crisis’ para resolver este asunto cuanto antes y con el objetivo de no sentar un precedente que podría provocar un nuevo e indeseable ‘efecto llamada’, ahora sobre emigrantes asiáticos. Ya se sabe: a perro flaco